La vida de Máximo Thomsen antes del crimen de Báez Sosa: qué estudiaba y a qué se dedicaban sus padres

El papá del rugbier se hizo presente en cada una de las audiencias del juicio que se desarrolla en Dolores. Qué decía días después del asesinato del joven de 18 años.
La vida de Máximo Thomsen antes del crimen de Báez Sosa: qué estudiaba y a qué se dedicaban sus padres

Máximo Thomsen, hijo de Marcial Javier Thomsen y Rosalía Zárate, es uno de los rugbiers más comprometidos por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Durante el juicio que se desarrolla en la localidad bonaerense de Dolores, su papá se hizo presente en casi todas las audiencias en la que se lo juzga por el crimen ocurrido el 18 de enero de 2020.

 
El joven de 23 años es sin dudas uno de los imputados más complicados por el hecho: la Justicia considera que fue quien le propinó una de las patadas mortales a Báez Sosa. Su familia, durante estos tres años, casi no se ha expresado públicamente y solo atina a acompañarlo, tanto en las visitas al penal como en la sala en la que se desarrolla el juicio.

Quiénes son y a qué se dedican los padres de Máximo Thomsen


Su padre tiene 56 años y se dedica al comercio de artículos y accesorios para vehículos automotores y motocicletas. Días después de la madrugada en la que ocurrió el asesinato del joven de 18 años, habló ante los medios de comunicación, en donde expresó que su mayor miedo “es que no se haga justicia por la presión mediática, porque el morbo vende y los derechos se pierden por la presión mediática o la opinión pública”.

Frente a los micrófonos exigió que la Justicia garantice, para su hijo y el resto de los detenidos, el debido proceso y que “actúe como con cualquier ser humano”. Y agregó: “Todo el tiempo pienso en qué hice mal para que pasara esto”.

Consultado sobre por qué su hijo participó de la golpiza que ocasionó la muerte de Fernando, Thomsen no supo qué responder: “Qué se yo, no sé”.

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“Lo lamento terriblemente, no me quiero despertar nunca”, sostuvo ese día. También manifestó que todos los detenidos estaban “arrepentidos” y que había intentado comunicarse con Silvino Báez y Graciela Sosa, los padres de la víctima: “Traté de llamarlos un montón de veces y dejé mensajes. Quiero encontrarme con los papás de Fernando. No sé qué decirles: si yo tengo este dolor, no me imagino el dolor que sentirán ellos”.

En contraposición al rol que adoptó el padre del imputado, Rosalía Zárate, madre de Thomsen, jamás brindó una entrevista. La mujer de 58 años, arquitecta de profesión, fue una de las primeras personas en viajar a Villa Gesell tras el asesinato de Fernando.

Por aquel entonces se desempeñaba como secretaria de Obras Públicas de la Municipalidad de Zárate. Cuando se enteró de lo ocurrido, previo a viajar a la ciudad balnearia, solicitó una licencia al municipio, la cual fue aprobada por tiempo indefinido. Sin embargo, semanas después, decidió abandonar definitivamente a su cargo.

En aquella oportunidad, los propios vecinos de Zárate se acercaron a la intendencia para exigir que la arquitecta fuera despedida. Un día después de dicha movilización renunció a su puesto.

Cómo era la vida de Máximo Thomsen antes del crimen


Hasta antes de que fuera detenido por el crimen de Fernando Báez Sosa, Máximo Thomsen estudiaba Educación Física en la ciudad de Zárate y realizaba algunas “changas” para mantenerse, como colocar alambrados en casas de algunos vecinos.

El joven practicó rugby a lo largo de toda su infancia y adolescencia. Durante sus primeros años, lo hizo en el Arsenal Zárate. Sin embargo, en 2017 decidió probar suerte en el Club Atlético de San Isidro (CASI), en la división de Menores de 19 años, donde jugó durante dos temporadas.

Cuatro veces a la semana recorría los 73 kilómetros que separan al club de su casa ubicada en el barrio Villa Fox de Zárate para asistir a los entrenamientos y partidos. Jugaba de wing y en 2018 participó de una gira a Europa con el equipo juvenil que visitó países como Inglaterra, Gales e Irlanda.

Aunque eran muchas las horas de práctica compartidas, desde el equipo aseguraron que el joven nunca se “integró”. Según se consignó en diferentes crónicas, sus compañeros lo describían como alguien “bastante callado”. Tras su detención, la Comisión Directiva decidió suspenderlo.

   

   

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