Una diabetes muy agresiva lo dejó ciego: 4 años después pudo recuperar la visión y conocer a su hijo

Fabián Richetti dejó de ver a los 30 años. Además, recibió un doble trasplante de riñón y páncreas. Tras una operación recuperó la vista y agradece poder disfrutar de cada detalle de la vida.
  • Una diabetes muy agresiva lo dejó ciego: 4 años después pudo recuperar la visión y conocer a su hijo
  •  Fabián quedó ciego a los 30 años. Fabián quedó ciego a los 30 años.
  • Fabián trabaja en la pandería familiar y participa de las fiestas regionales Fabián trabaja en la pandería familiar y participa de las fiestas regionales
  •  Fabián antes de recibir el doble trasplante. Fabián antes de recibir el doble trasplante.
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Fabián Richetti salió de la oscuridad en la que vivió durante 4 años, y decidió contar su historia para dejar un mensaje de esperanza y resiliciencia. Durante esos años de ceguera nació su cuarto hijo Ezequiel.

La diabetes tipo 1 que le diagnosticaron cuando tenía 14 años volvió frágil su salud. Fueron años de trasplantes, de temores, de negarse a usar un bastón, hasta que movió cielo y tierra y dio con el oftalmólogo indicado que lo operó y recuperó la visión.

Su adolescencia la vivió en Arroyo Seco, una localidad de la provincia de Santa Fe donde no había diabetólogo para chicos. Esto lo llevó a trasladarse a Rosario para empezar el tratamiento. “Todavía recuerdo cuando llegué a casa después de jugar al fútbol con mis amigos, y mi familia lloraba desconsoladamente. Al principio no entendía bien lo que pasaba, pero con el tiempo descubrí que la diabates traía muchos problemas de salud y que se necesitaban grandes cuidados. Siendo tan chico aprendí a aplicarme las inyecciones e insulina”, recordó en diálogo con TN.

Cuando cumplió los 18 empezaron los problemas en la vista. “Fui a un médico y me indicó un tratamiento con rayo láser. Fueron 2700 disparos de láser por ojo. Una locura. Aún me cuesta creer cómo soporté tanto. A pesar de todo, nunca bajé los brazos”.

Diez años después empezaron los problemas en los riñones y un nefrólogo le dijo que tenía que hacerse diálisis. Corría el año 2006 y salud era cada vez más preocupante. A raíz de este tratamiento perdió casi por completo la visión de un ojo. Hasta que el 8 de agosto de ese mismo año quedó totalmente ciego.

 

El día que Fabián entró en la oscuridad

 

Fabián tenía 30 años y trabajaba en una verdulería ubicada a dos cuadras de su casa. No podía hacer fuerza, por eso el dueño le dio el puesto de cajero. “Vino una señora y me pidió una bolsita de papas, me di vuelta para dársela y no vi más. ‘Me quedé ciego. No veo’, le grité desesperado a mis compañeros”.

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Entre todos lo acompañaron hasta su vivienda. Aún hoy recuerda el llanto de su familia al verlo. Se acostó en la cama de su habitación convencido de que estaba ciego. Pero con la firme convicción de que algún día volvería a ver.

“Fue un día muy duro y difícil para mí. Pasaron los días, pasaron los años y en todo ese tiempo agudicé el olfato y el oído. No tenía otra opción. Fue muy triste para mí no poder verle la cara a mis hijos”, recordó.

Desde hacía años, Fabián estaba en la lista de espera para recibir un trasplante de páncreas y riñon. “Un día me llamaron del hospital y me convertí en el primero en recibir un trasplante doble de riñón y páncreas en la provincia de Buenos Aires. Eso hizo que me recuperara de la diabetes y existía la posibilidad de que me operaran los ojos”.

El cirujano del equipo de nefrología se comunicó con el oftalmólogo Mario Saravia, que aceptó revisarme. Con mucha expectativa fue a la consulta. “Cuando lo vi lo abracé y le dije que él me iba a devolver la visión. ‘Más ciego no te puedo dejar’, me contestó.

Con una memoria prodigiosa, recuerda que el 14 de septiembre de 2010 un nuevo mundo se abrió ante sus ojos. “Era martes y mi hijo más grande cumplía 18 años. Como en esos cuatro años me hicieron muchos tratamientos el ojo derecho lo perdí. Unos días después pude ver las luces. La cara de mi mamá que me acompañó en todo momento. Había soñado con ese día y al fin se había hecho realidad”.

Ahora, Fabián disfruta de la compañía de su familia y pudo volver a ver las sonrisas de sus hijos. “La ceguera me hizo valorar la vida y disfrutar de cada día”, concluyó.

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