Un gaucho se “subió” a un OVNI y vivió para contarlo: el relato de Juan Pérez de un encuentro extraordinario

Luego de esta experiencia sufrió el rechazo de su entorno. Sin embargo, ya no le molestan las burlas porque sabe que son muchos más los que están dispuestos a escucharlo.
Un gaucho se “subió” a un OVNI y vivió para contarlo: el relato de Juan Pérez de un encuentro extraordinario

La historia del gaucho Juan Pérez (sí, se llama Juan Oscar Pérez) es una de las más fascinantes del tema OVNI en la Argentina. Probablemente de las más fascinantes del continente. Su vida cambió para siempre el 6 de septiembre de 1978, cuando tenía apenas 12 años.

Aquella madrugada en Venado Tuerto, mientras se disponía a arriar caballos en medio del campo, Juan tuvo su encuentro extraordinario. Una máquina extraña que desconocía y que apareció frente a él en medio de la niebla. Una puerta que se abrió, una invitación a subir y el contacto cercano con seres desconocidos.

Juan era y es un hombre de tierra adentro, simple y sencillo, sin imaginerías. Pero tiene una particularidad: es una persona muy sensible.

Aquel encuentro movilizó muchas cosas en su interior y el resultado fue negativo. Sufrió el rechazo y la burla de su reducido entorno campero, incluida su propia familia. Y hubo algo más traumático aún: ese encuentro no sería el único y Juan desarrollaría el don de la premonición.

La incomodidad en su círculo íntimo llevó a Juan a emprender un exilio interno. Abandonar el terruño y deambular durante casi treinta años por distintas estancias y puestos de campo de la Argentina, solo, buscando desaparecer de su propia historia. Hasta hace poco.

En la última década hubo quienes recordaron los sucesos de 1978 y rastrearon a Juan por el país. Aparecieron quienes estaban dispuestos a escucharlo con atención. Hasta un documental se hizo sobre Juan Pérez, de difusión internacional. Y ahí la vida le cambió otra vez.

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Juan sigue teniendo premoniciones. Y sigue viendo cosas en los cielos. Pero pudo volver a establecerse en Venado Tuerto, con su familia, meditar sobre lo que le sucedió y también hacer lo que más le gusta: criar chanchos y dedicarse a sus perros. Ya no le molesta que algunos cada tanto se le burlen. Sabe que son muchos más los que están dispuestos a escucharlo. Esta es su historia.

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