Mariano Cohn: “Mi hermano entró caminando al hospital, salió con muerte cerebral, médula rota y fracturas de cráneo y columna

La lucha incansable de Mariano. Vive la muerte de su hermano en tiempo presente, como si acabara de morir. El dolor de una familia en carne viva: el plato de comida de Alejandro en la mesa, su casa intacta y sin desarmarse, el pequeño altar de sus padres. Nueve años de pelea para saber qué le hicieron en el hospital de San Isidro y para que nueve médicos y funcionarios responsables y encubridores vayan presos
Mariano Cohn: “Mi hermano entró caminando al hospital, salió con muerte cerebral, médula rota y fracturas de cráneo y columna

Mariano es un renombrado director de cine argentino. Es guionista, productor y director de grandes películas y series. Junto a Gaston Duprat realizó entre otras ‘Mi obra maestra’, ‘El Ciudadano ilustre’, ‘Nada’, ‘El hombre de al lado’, ‘Competencia oficial’, ‘El encargado’, y ahora ‘Bellas Artes’. Sus trabajos tuvieron y tienen mucha repercusión, todos comparten una mirada crítica, humorística, ácida.

Desde hace nueve años, vive atravesado por un dolor inconmensurable, la injusta muerte de Alejandro, su único hermano. Una parte suya, de su cuerpo, de su tiempo, está dedicada a hacer justicia por este asesinato incomprensible. Mariano vive la vida partido al medio. Y vive la ausencia de su hermano en tiempo presente, como si todo hubiese sucedido hace apenas unas horas, sin poder aceptar la despedida. Mariano habla de lo que pasó como si estuviera pasando ahora, como si Alejandro estuviera vivo, a su lado.

– Sí, una parte mía y de mi familia, de mis amigos. Sí, soy alguien que se dedica a observar la realidad, a hacer películas, a hacer series. Eso requiere muchísimo trabajo y también una capacidad de crítica y de observación. Desde antes de estrenar ‘El Ciudadano Ilustre’ hasta este momento yo estoy atravesado por esta trágica historia.

 
– Alejandro un día, manejaba su moto, se sintió mal. Paró, se bajó de la moto, y se sentó, se apoyó en un árbol en la vereda. Dos personas que pasaban lo ayudaron y pidieron una ambulancia porque les dijo que no se sentía bien. La ambulancia lo llevó al hospital de San Isidro. Pocas horas después, extrañamente, a Alejandro le declararon muerte cerebral. Es extraño, mínimamente extraño. Tenía diabetes, pero no lo hidrataron. Entró caminando, entró hablando al hospital, contestó todas las preguntas que le hicieron los médicos, las famosas 15 preguntas. Y no salió vivo de ahí.

– Sí, mi hermano era diabético, iba con su moto a jugar al fútbol. Tuvo una descompensación, una baja de azúcar, algo muy común para un diabético. Estacionó la moto, se sentó en el cordón de la calle y dos personas, una madre y una hija, lo asistieron y llamaron a una ambulancia. Una de ellas fue con él charlando en la ambulancia hasta la guardia del Hospital de San Isidro. Mi hermano, entra consciente y caminando y contesta las 15 preguntas de 15. Dice que es diabético, lo dejan en una camilla y esta chica se queda junto a él. Mi hermano le da el teléfono y le dice: llamá a mis padres, que no se preocupen, deciles que está todo bien, que estoy acá.

Llegan mis padres al hospital media hora después y mi hermano seguía en el mismo estado, en una camilla. Mi padre charla con él, les dice a los médicos que por favor lo asistan, que es diabético, que no lo están atendiendo. Para que mi padre no insista en que lo atiendan, lo separan a mi hermano de mi papá, lo llevan a un box y ahí lo dejan. Olvidado.

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Cortan la comunicación con mi padre. En cuatro horas, mi hermano entra caminando a la guardia de un hospital, consciente, y aparece en una camilla postrado con una traqueotomía en estado inconsciente.

Los médicos dicen que están luchando por su vida, con un diagnóstico muy difuso.

Dos días está en ese hospital. Vienen unos amigos de él a verlo, médicos, y me dicen ‘Mariano, analizamos la historia clínica, está llena de incongruencias y falta información. No se entiende cómo tu hermano si entró sano, está así en este estado. Si querés que tu hermano sobreviva y se mejore, tenés que llevarlo a otro hospital, pedir un traslado’. Pedimos el traslado al Hospital Italiano, hay mucha resistencia en el Hospital de San Isidro para que mi hermano pueda salir. Traban, interfieren, no quieren que se haga ese traslado. Dos días en el hospital de San Isidro y el diagnóstico decía: puede ser meningitis, fiebre, vean antecedentes familiares. Nos ocultaban lo que tenía.


– ¿Tu hermano tenía ya muerte cerebral?

 – Entra al Hospital Italiano y a los diez minutos que lo escanean, me llama el jefe de la guardia. Me dice: ‘tu hermano está muy grave, tiene líquido en el cerebro, lo que equivale a que tiene una muerte cerebral. ¿Vos sabías eso?’ A lo que le contesto que no sabíamos y que lo trasladamos para que él se mejore.

Pero acá no termina la cuestión, me dice. Surge de los estudios que le hicimos que presenta una serie de lesiones gravísimas, muy salvajes lesiones médicas. Tu hermano presenta la médula ósea rota, quebrada, dos quebraduras de columna, quebradura de clavícula, un golpe en la cabeza con fractura de cráneo, una traqueotomía mal hecha y dos catéter mal colocados.

Por el estado en que recibimos a tu hermano nos vemos obligados a hacer una denuncia penal a los médicos del Hospital de San Isidro. Ahí comienza este derrotero por la actitud valiente, qué es lo que corresponde, de unos médicos comprometidos del hospital Italiano que se animaron a denunciar esto. También era un compromiso humano verlo llegar así a mi hermano. ¿Qué pasó ahí?

– Esto es fuerte y grave por muchas razones. Porque tu hermano de un día para el otro muere en un hospital porque tuvo un pico diabético y no fue atendido. Un final atroz, pero que puede ser mucho más atroz si pensamos que le han fracturado los huesos, que lo han lastimado y que han perpetrado las heridas adrede, para ocultar que no hicieron nada o que hicieron las cosas muy mal.

– Por supuesto. Está confirmado, después de nueve años de investigación, la junta médica forense que se expide dice que nunca vieron esas prácticas médicas salvajes en un paciente. La averiguación, la indagación de la fiscal de instrucción más los peritos de parte. Yo estoy haciendo una demanda penal, no estoy haciendo ningún tipo de reclamo civil, no hay ningún tipo de motor económico, desisto de cualquier cosa que tenga que ver con lo económico y no quiero dinero de un Estado pobre. Lo que quiero es que estos responsables médicos vayan presos, que esto no se vuelva a repetir, porque estos médicos siguen trabajando. Y quiero que los funcionarios de quienes dependía el hospital también tengan que venir a declarar y también vayan presos. ¿Por qué? Porque cuando yo hago público esta situación, desde la Municipalidad de San Isidro que encabezaba Gustavo Posse que era el intendente, no solamente que no colaboraron, no hicieron ningún sumario, ni se expidieron, ni hicieron ningún comunicado. Lo que quisieron hacer fue dibujar una muerte que coincidiera con lo que sucedió en el Hospital de San Isidro.

Una vez que el desastre está hecho, que pase como un accidente de tránsito, cosa que está descartada. En la causa no hay ni accidente de tránsito. Los testigos compartieron todo el rato con él. La moto está peritada mil veces, no tiene ni un rayón. Mi hermano entró caminando y de parte del municipio de San Isidro no hubo ninguna colaboración. Es más, cuando yo hago la denuncia pública, lo que hacen es robar los libros del showroom, también se roban hojas de los libros de guardia de enfermería, las tomografías, las radiografías, las imágenes de las cámaras. O sea, hubo cero colaboración y hubo encubrimiento y entorpecimiento.

 – Las heridas que tiene dentro de su cuerpo coinciden con el simulacro de un accidente de tránsito. Las fracturas.

– Y desplazamientos, son golpes muy fuertes que tampoco suceden por un error médico. Ahí hay algo deliberado.

– Tampoco suceden por una reanimación.

– No, claro. Fue muy duro porque estos nueve años, no solo uno tiene que enfrentarse al dolor de perder un hermano, mis padres al dolor de perder un hijo, sino enfrentarse a esta reconstrucción. ¿Qué le han hecho a mi hermano? ¿Por qué le hicieron eso que le hicieron? Cómo sufrió mi hermano?

– Esta semana empezó el juicio. ¿Tenés alguna ilusión de que alguno de los nueve médicos acusados diga la verdad?

– Hay un pacto de silencio entre los médicos y los exfuncionarios. Creo que si algunos de los médicos no ha participado en este daño que le hicieron a mi hermano, o si han participado y les queda algo de humanidad después de lo que hicieron, corresponde que hablen, que asistan al juicio, porque no están obligados a asistir. Que lo presencien, que escuchen a la familia y que también digan lo que tienen para decir.

Yo tengo derecho a saber qué le hicieron a mi hermano. Tengo derecho a hacer el duelo de mi hermano, no lo hice. Y lo mismo mi familia. Y también nos gustaría llegar a la verdad. Yo no sé si hay justicia o no hay justicia, sé que hay una verdad. Lo que nosotros investigamos, lo que investigó la fiscal, no coincide con esta versión de los médicos.


– Hay nueve médicos acusados. Los médicos que saben lo que pasó y no hicieron nada grave, no cometieron un delito. ¿Por qué suponés que no hablan?

– Porque están coacheados por los abogados, el estudio jurídico de Posse les ha puesto abogados a algunos de los médicos. Mi pedido a los médicos y a los funcionarios es que hablen, que cuenten lo que pasó, que digan la verdad, porque harían ahorrar un montón de tiempo y un montón de dinero también. Todas esas audiencias, todos los abogados, todos los jueces… Y sería un muy buen rasgo de humanidad que alguien se digne a hablar, que alguien cuente lo que pasó y más si no están involucrados. Obviamente todos los acusados se declaran inocentes, y no es cierto.

– Son nueve médicos, no sabemos cuántos de ellos están trabajando y no deberían trabajar.

– Todos siguen ejerciendo la medicina y creo que quedan tres de esos médicos trabajando en el hospital y atendiendo.

– Hacer justicia también tiene que ver con la salud pública de los que viven en San Isidro.

– Por supuesto, mi hermano está muerto. Y si algún tipo de de justicia puede haber es que esto no se repita, al menos en ese hospital. Cuando denuncio y hago público el caso, empiezo a recibir un montón de llamados de gente que estaba en la misma situación, de víctimas. El intendente llevaba 44 años en el poder, creyendo que eso le daba impunidad para pasar por arriba de una vida de un joven que tenía todo por delante y para no hacer absolutamente nada. No hicieron ni un sumario, ni un comunicado.

– ¿Cuánta gente tiene que ponerse de acuerdo para que no estén las actas, para que no esté el registro en el shock room donde estuvo Alejandro, registro que fue arrancado del libro, para que no estén las grabaciones de la cámara de seguridad?

– Y además dos turnos de médicos que atendieron en ese lapso, en esos dos días que estuvo mi hermano, que nos mintieron deliberadamente, a toda la familia.

– ¿Todos con el mismo discurso?

– Con el mismo discurso. Inclusive desde el municipio hay comunicados oficiales que decían que mi hermano había muerto 15 días más tarde en otro hospital. Después dijeron que fue un accidente de tránsito. Es una radiografía en pequeña escala de la Argentina. Si uno hace foco en la salud, en el sistema de guardias, ahí hay un gran tema y hay un déficit. Después el tema de cómo actúa el poder político ante un inconveniente dentro de un hospital que maneja. Y el Poder Judicial, porque esto llega nueve años más tarde de lo sucedido. Imagínate vos declarando nueve años después, por más que tengas muchísima memoria y que tengas eso marcado a fuego.

 "Mi hermano está muerto. Y si algún tipo de de justicia puede haber es que esto no se repita", reflexionó


– Decís una radiografía de la Argentina, porque esto probablemente se repite en muchos lugares.

– Por supuesto, en los lugares donde no hay protocolos, donde no se respeta la vida, donde no hay humanidad. Esto puede servir como antecedente para que estas cosas no se repitan. Por eso creo que es un leading case y que puede funcionar como antecedente para que muchas víctimas que no están representadas o sus casos quedaron cajoneados, a través de de lo que le sucedió a mi hermano Ale, se conviertan en un ejemplo de cómo tendrían que actuar los médicos y las cosas que no tienen que suceder.

– ¿Cómo llegaste a este juicio si no hubo sumarios de parte del hospital y tuviste tantos inconvenientes para tener información?

– Había una fiscal, Asprella, la fiscal de Instrucción, que trabajó más allá de las presiones del poder político y del hospital. Fue un trabajo muy duro el de la fiscal y de nosotros ir sorteando todas las instancias. Por ejemplo, hay un médico, un perito oficial, que quiso cajonear la causa y que dijo que en el Hospital de San Isidro había actuado según ‘el arte de curar’ y que no iba a leer la causa porque mi hermano murió en otro hospital. Y no la leyó, eso está documentado. Ese perito es el que supuestamente es el encargado de controlar y defender a las personas que tienen un inconveniente como tuvo mi hermano en el hospital, y quería cajonear la causa. Ferrari se llama el hombre, va a estar acusado de falso testimonio.

– ¿Cuál es el miedo que ronda en San Isidro y te quedó más claro? ¿Miedo a perder el trabajo? ¿Plata de por medio dando vuelta? Se acercaron a contarte muchos otros casos.

– Me contaron muchísimos casos. El colmo fue cuando me llamaron y me dijeron: ‘estoy acá con mi papá que no lo quieren atender, no le quieren hacer el traslado, no lo quieren pasar a terapia intensiva’. Le dije: decile que si no atienden a tu padre va Mariano con las cámaras de televisión. Mirá qué ingenuidad. Y ahí destrabaron las cosas. Fue una lucha difundir esto porque es un es un caso complejo, había que averiguar y ponerle nombre y apellido a cada una de las personas que habían participado de este asesinato. Después, una vez que se denuncia públicamente, la presión desde el municipio de San Isidro, un municipio rico, que tenía mucha billetera y que ponía mucha publicidad en muchos medios, me costaba salir en la prensa. Muchas veces salía por la por la valentía de los periodistas, pero muchas veces no. Hay medios en los que nunca salí, que nunca me hicieron una nota. Aprendí que del que me quiere ayudar voy a tomar toda la ayuda y voy a ir a hablar, y el que no me quiere ayudar cargará con la culpa de no haber apoyado una causa que era como mínimo alarmante.

– Pasaron nueve años y para vos es como un duelo a cielo abierto estar hablando todo el tiempo de este tema, necesitar conocer la verdad, necesitar justicia por la muerte de tu hermano. Con el corazón en la mano todo el tiempo.

– Sí, y por suerte, mi hermano tenía muchos amigos que me ayudaron muchísimo todo este tiempo. No podría encarar yo solo esta lucha, esta pelea. Mis amigos también, los actores también. Porque mientras yo filmaba ellos iban conociendo todas estas instancias, iban conociendo mi historia y a mis padres que venían quizás al rodaje. Toda mi obra está atravesada desde El ciudadano ilustre hasta aquí por esta historia. Muchas veces siento que es difícil salir a pedir justicia, a mendigar justicia en un caso en que está todo a la vista. Están todas las marcas, están todos los peritajes, está todo corroborado lo que le pasó a mi hermano. Así todo, tener que salir todo el tiempo a pelear… Y cambiar el chip, porque muchas veces estoy hablando de las películas o de los trabajos que se están estrenando y yo ese mismo espacio lo usaba para reclamar por mi hermano.

– Cuando recibiste el Premio Platino en España hablaste.

– Sí, fue cuando hice pública la cuestión, dos años después de lo que sucedió. Por recomendación de la fiscal y del abogado que me dijeron que dejara que la investigación se llevara adelante y que no lo hiciera público. ‘Esperá por favor que tengamos todas las pruebas, todo averiguado, todo investigado, todo allanado’.

 "Había que averiguar y ponerle nombre y apellido a cada una de las personas que habían participado de este asesinato", relató


– El documental sobre la muerte de tu hermano, ‘Hermanos, una historia de sangre’ de Carlos de Elía, es relatado con la voz de tus actores más emblemáticos, Oscar Martínez, Guillermo Francella, Luis Brandoni y Antonio Banderas. ¿Ellos te acompañaron todo este tiempo?

– Sí, son mis amigos también, es la gente con la que he compartido la mayor parte de este tiempo. Y todos saben lo que sucedió. Es más, en muchas de las películas o de las series, hay menciones a mi hermano. Pedidos de justicia, graffitis, también cuadros, porque mi hermano dibujaba y pintaba entonces hay algunos cuadros en ‘Competencia oficial’. También ahora en la serie ‘Bellas Artes’. Siempre hay algún tipo de guiño para intentar que mi hermano siga presente.

– Son figurones, son muy famosos, ponen la voz y te acompañan.

– Están todos pendientes. El primer día del juicio oral, en la primera audiencia, me quiso acompañar Beto Brandoni. Vino del brazo Beto y compartió esa primera audiencia conmigo en esa sala.

–¿Mariano, existe algo que pueda aliviar tu dolor? Tu dolor es una cicatriz abierta para siempre, porque la falta de tu hermano va a estar. Supongo que también debe dar vuelta por tu cabeza todo lo que atravesó las últimas horas de vida.

– Por supuesto, tuve que convivir con esa reconstrucción, con enterarnos de todo lo que había pasado, enterarnos de que quizás hubo personas que estuvieron hablando con tu hermano en ese espacio. Por ejemplo, esta chica que fue en la ambulancia charlando de la vida, del arte, de la ropa, de qué le gustaba hacer.

 “Mi hermano entró caminando al hospital de San Isidro, quiero que los médicos y los funcionarios vayan presos”, dijo


– Y el después.

– El después es por un lado mi vida cotidiana, mis hijos, aprender a ser padre. Yo vi lo que les sucedió a mis padres después de la muerte de mi hermano, son otras personas desde el día siguiente. Y también aprender a ser hermano con tu hermano muerto. Porque me llamaba un montón de gente: ‘estuve con tu hermano’, ‘soy director de cine, le dediqué una película’, ‘saqué estas fotos de tu hermano una vez en un estudio’. Uno empieza a reconstruir la vida de alguien sin esa persona.


– Sonreíste recién por primera vez en esta entrevista.

– Los recuerdos que tengo de Alejandro son un montón. Alguien súper talentoso, que yo valoraba mucho y con quien me divertía mucho. Y después está el otro costado, el de nueve años reclamando, golpeando puertas, denunciando y ahora en el juicio, que pienso llevar a cara de perro hasta el final. Puedo ir a todas las audiencias. Voy a estudiar todo lo que tenga que estudiar y voy a hacer todo lo posible para que esto se aclare.

– ¿Tenés la fantasía de que algo de lo que pase en este juicio va a mitigar la angustia?

– Yo creo que sí. Una vez que se resuelva esto, no sé cuántos años puede llevar esta causa judicial, me voy a encontrar con el verdadero duelo de mi hermano. Ahora no puedo hablar en tiempo pasado. Hablo en presente, como si estuviese vivo. No puedo, no lo tengo digerido, no lo tengo procesado. No hablo en pasado, ¿entendés? ‘Alejandro dibuja esto’, ‘hace estos cuadros’. Cuando mis hijos me preguntan por su tío les cuento cómo es su tío. Pero no puedo hablar en pasado, me niego. Sigue presente en un montón de cosas. También por esto que decís vos, por todos los días tener que convivir con esto, con una cosa que no está aclarada, por la que tenés que pelear. De alguna manera sigue muy presente.

 

– Tener que hablar de todo lo que sucedió con él una y otra vez para que el tema esté presente, se investigue, se resuelva, para que se conozca qué pasó. ¿Te angustia, te revuelve o te alivia? ¿Es catártico?

– Lo cuento y lo he contado un montón de veces y trato de contarlo sin un cassette, de poder tener este diálogo, de intercambiar y de aprender de lo que estamos charlando. Pero sí veo que mis padres, por ejemplo, no habían hablado nunca. Hablaron recién cuando dieron testimonio en el documental que hizo Carlos De Elía sobre el caso de mi hermano. En ese caso fue bastante liberador porque no habían hablado nunca. Yo me enteré de cosas que nunca habían contado, del contacto que tuvo con mi padre, de lo que habló, lo que había pasado ahí. Creo que les hizo bien, más allá de lo doloroso que fue. No querían hablar en la vida cotidiana de eso. Ellos son abogados y no querían participar del caso. Si bien me apoyaban, no tenían las fuerzas suficientes como para participar del caso. Y es más, mi padre me dijo en su momento ‘estas cosas no se van a resolver, te lo digo por experiencia’. Yo le dije: esta vez sí lo vamos a resolver.

– Es muy fuerte saber que tus papás le hablan a tu hermano, y que tienen un altar en la casa. Le hablan, lo despiden, lo saludan, le cuentan, como si estuviera vivo.

– Eso a mí no me lo habían contado nunca. Si yo veía que le prendían una velita, pero no que le hablan.

– Lo despiden cada una de las noches.

– Es realmente muy, muy, doloroso pero, es la forma que ellos tienen de sobrellevar el tema.


– En la Argentina se naturalizan cosas que no se tienen que naturalizar. Que vos lo cuentes lo que contás con el dolor en la mano nos trae la dimensión de lo que es perder un hermano para cada uno.

– Uno no puede naturalizar que estos casos queden en la nada, queden cajoneados, que nunca se resuelvan. Y ahí es donde creo que lo de mi hermano si puede servir para algo es para no naturalizar estas cosas muy salvajes. Muchas veces es ‘pobrecito, se murió’. ¿Pero por qué se murió? ¿Qué pasó? ¿Qué le hicieron?

 “En el hospital quisieron dibujar la muerte de mi hermano”, aseguró Mariano Cohn


– Pero es el hermano de Mariano. Es el hermano de alguien. Es el hijo de alguien.

– A través de todo este derrotero, de este recorrido, viendo a mis padres, aprendí a ser padre.

– Esto que pasó, ¿te enseñó?

– Por supuesto, porque yo estaba criando niños chiquititos. Templanza, lo que significa un hijo, el cuidado que uno debe tener. Muchas veces uno dice “mi papá es un hincha’... aprendí a estar más cerca de ellos, aprendí a entenderlos. Aprendí lo que significa el deber de ser hijo. Y con mis chicos aprendí a ser padre, a crear esa esa relación, ese cariño que obviamente siempre está. Pero imagínate ver a dos señores grandes, a mi padre y a mi madre, que de un día para el otro pierden a un hijo. Es una cosa muy antinatural. Al día siguiente de que muere mi hermano, mi mamá pone la mesa para almorzar y puso un plato más. ¿Entendés? No se había dado cuenta. Estaba poniendo un plato para mi hermano. La casa de mi hermano que se ve en el documental estuvo montada como si mi hermano estuviese vivo, como una suerte de altar, porque nadie tenía la templanza para desarmarla. Entonces seguía intacta, como cuando él vivía ahí. Es muy fuerte, el paso del tiempo en una casa donde no hay nadie, los objetos empiezan a envejecer. Las cosas están tal cual como él las había dejado en el baño, los cepillos de dientes, el jabón. Iban a regarle las plantas. Después del documental, lo se mostró, lo que compartimos y que estuvo retratado de manera muy respetuosa, creo que eso les dio valor a mis padres para poder avanzar y cerrar ese capítulo.

 
– ¿Cuánto tiempo estuvo la casa sostenida exactamente, como si él volviera cada día hasta regando sus plantas?

– Ocho años. Y te digo más, el primer día que fuimos a desarmar la casa con mi mamá por la calle Maipú y la calle estaba toda empapelada con los afiches gigantes de Posse que quería ser gobernador y su hija muy joven de 22 años, 20 años intendenta. Ese fue el camino, parecía una película de terror. El tipo que no hizo nada por aclarar el caso, que no tuvo ni un solo gesto de humanidad, que encubrió, que entorpeció, que trabó todo, tenía empapelada toda la calle por donde íbamos al departamento de mi hermano. Este tipo que quería ser vicegobernador y poner a su hija que casi era menor de edad como intendenta. Por suerte ninguna de las dos cosas sucedieron.

– ¿Algo que a vos te haya fortalecido encontraste en este proceso o todavía no y es para más adelante?

– Si puedo sacar una conclusión de todo esto, es que me propuse ir hasta el final, que me propuse ser fuerte y pelear porque haya una condena, que estas cosas no se naturalicen y tratar de que esto genere un antecedente para que no se repita en representación de otras personas que pasaron por la misma situación.

– Sos muy humilde. Seguramente te fuiste volviendo aún más perseverante, con más templanza y más fuerte.

– Sí. No sé si es bueno o malo, pero es el saldo de lo que lo que sucedió.

– El juicio recién empieza, son unas cuantas semanas.

– Son unas cuantas semanas y seguramente vengan unos cuantos años por delante. Estoy preparado para ir hasta el final.

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