Opinión 21/04/2024 15:04hs

El retorno de los malos

Dura vida la de los ciudadanos, esas tiernas criaturas devastadas desde hace siglos por el implacable trabajo del Club de los Malos.

El retorno de los malos

Durante los primeros meses de vida, los gobiernos suelen tener un ímpetu, un entusiasmo y una inocencia que a los miembros del Club de los Malos nos despierta mucha ternura.


Da gusto contemplar a ese rebaño de funcionarios exultantes, hiperactivos, esperanzados, felices desconocedores del manantial de turradas que, cual géiser del mal, brotarán bajo sus pies en el momento en que nosotros lo decidamos.


Este gobierno se cree innovador, especial, transformador y diferente. Como todos los gobiernos. Y se mueven confiados, como si tuviesen alguna escapatoria. Es de rigor darles un tiempo piadoso de cortesía mientras jugueteamos suavemente con ellos como lo hace el gato con el ratón antes de engullirlo.
 
Cada vez que comienza una nueva etapa surge la misma duda: ¿Habremos infiltrado en el gobierno el mejor equipo disponible de Encarajinadores políticos? ¿Serán capaces estos profesionales del mal de demoler al Presidente Macri y a los entusiastas rugbiers que lo rodean?


Los jerarcas del Club de los Malos querían una rápida muestra de eficiencia y la tuvimos el mismo día de la asunción del mando cuando uno de nuestros Encarajinadores junior convenció al Presidente Macri de bailar en el histórico balcón de la Casa Rosada y luego se consagró acercándole un micrófono a la Vicepresidenta Michetti para que cante.


A partir de ese momento, tuvimos la tranquilidad de saber que habíamos inoculado en el gobierno a un plantel de turros de primer nivel. Un equipo para pensar en grandes cosas, capaces de alcanzar cualquier objetivo.


Estos Encarajinadores son más sofisticados que los que infiltramos en el kirchnerismo. Requirieron más preparación. No es lo mismo hacerle decir una bestialidad a Marcos Peña que hacérsela decir a Aníbal Fernández, que era mucho más receptivo. Justamente, fue esa receptividad la que finalmente nos permitió devastarlos.

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Este panorama tan promisorio se completó con el Encarajinador Religioso que mandamos al Vaticano para manipular la agenda del Papa. Por el momento, un éxito.


De todo esto se hablaba en la tradicional cena anual de la CAFOSHUTA (Cámara Argentina de Formadores de precios, Supermercadistas y otros Hijos de Puta afines).
Tras el brindis inicial por el desbarajuste de precios que organizó en los últimos meses el CDLM, se abrió el debate sobre las nuevas prioridades.


Quedó claro que la estrategia del Club de los Malos es minar la base social del nuevo gobierno mientras rescatamos de la ultratumba al kirchnerismo para que los corderitos de Dios sólo vean un horizonte negro, tanto en el naciente como en el poniente.


Eso no quiere decir que vayamos a descuidar alguna otra alternativa que pudiera presentarse. La imagen de Donda y Massa que tomó el fotógrafo del CDLM fue un paso en esa dirección. Lo mismo que la foto que distribuimos entre los medios sobre la terapia de grupo que organizamos en la sede del partido MILES con D’Elía, Larroque, Esteche, Mariotto y Boudou, entre otras marionetas que utilizamos para triturar al kirchnerismo.


Aquella decadente imagen reavivó una vieja fantasía del CDLM: ¿Y si logramos terminar con el peronismo? Tal vez estemos frente a una nueva oportunidad. De ahí que decidimos mandar a Guillermo Moreno, un cuadro rendidor, a recorrer todos los programas de televisión y desplegar sus encantos. Un tipo que destrozó la economía del país en el momento de mayor bonanza de la historia latinoamericana califica como nadie para lograr el viejo anhelo de destruir también al peronismo. No es fácil pero, como suele decirse, no hay peor gestión que la que no se hace. Logramos eliminar la Democracia Cristiana en Italia y el Partido Comunista en Rusia. ¿Qué problema podríamos tener con el peronismo en la Argentina?


Las cuestiones de la alta política no nos impiden prestarle atención a otros asuntos que, a la hora de dañar la moral de los tiernos corderitos de Dios, también son importantes.


Por ejemplo, la preocupación que expresaron las empresas de tarjetas de crédito por la decisión de la Corte Suprema de limitar el interés que se puede cobrar sobre los saldos deudores.
También preocupó un fallo judicial que obliga a las inmobiliarias a cobrar sólo un mes de comisión en los alquileres y no dos meses o más como suelen perpetrar.


Una pena. Tanto la usura en las tarjetas como la estafa de las inmobiliarias a los inquilinos eran conquistas sociales del CDLM que no teníamos pensado resignar. Veremos si la podemos remontar o eventualmente desarrollar alguna otra hijaputez que las reemplace.


En principio y como represalia, el CDLM decidió que todos los supermercados deberán habilitar menos cajas aún para que los consumidores, además de pagar todo más caro, tengan una espera mayor de la que ya tienen.
También plantearon alguna preocupación los dirigentes del fútbol que participaron de la velada. Quedó claro que el CDLM no va a retirarse de los territorios ocupados en la AFA y que, más allá de quien resulte electo presidente, está garantizada la continuidad del bochorno en ese bastión del mal.


Inclusive ya estamos trabajando para que la nueva licitación de derechos de transmisión televisiva de los partidos de fútbol nos asegure que, tanto Boca como River, sigan jugando a la noche, con luz artificial, sin sol, como lo hicieron durante los últimos 8 años. Antes fue en nombre de la propaganda neofascista y ahora es por mero negocio televisivo. No importa, vale lo mismo en tanto le podamos seguir perturbando la vida al 70% de los hinchas de fútbol.
 
El Club de los Malos es como un león que juguetea con su presa. Lo acaricia, intercambia golpecitos, lengüetazos, le acerca el hocico, lo huele. Es un ritual al que históricamente sometemos a cada nuevo gobierno.


Pero cuando menos se lo esperen, cuando crean haber ganado confianza, cuando sientan que ya no hay peligro, entonces será el momento de tomar la decisión de hincar nuestras fauces en la fresca carne del novillito republicano. Ellos creen que sólo están pasando por un momento difícil y que sus males pronto se irán terminando.


Nosotros, los Malos, sabemos que esto recién empieza. Es tiempo de ir afilando los dientes.
 

 
 Alejandro Borensztein

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