El profesor Juan Carlos de Pablo elogió el camino de ajuste fiscal implementado por el gobierno de Javier Milei y dijo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería enviarle más dólares sin ninguna condicionalidad.
Este economista nacido en 1943, profesor en las Universidades de San Andrés y del Cema, autor de 55 libros y reconocido con numerosos premios, dijo en una entrevista con Infobae que los problemas de competitividad “no se solucionan con un salto devaluatorio o aflojamiento fiscal; hay un problema real que es el costo fiscal que complica la vida”.
En el diálogo, De Pablo subrayó que la competencia de monedas es más lógica que la dolarización y destacó su larga amistad con el presidente Javier Milei. “No fui su profesor ni soy su asesor; somos amigos”, precisó.
— ¿Qué balance hace de los primeros meses de la gestión de Milei?
— No hago eso, porque realmente para responder en serio tendría que mirar indicador por indicador, pero déjame hablar de algunas características. La primera es que Argentina es un país presidencialista. Yo cuando escucho, “empujen y lo volteamos” al presidente es una huevada fenomenal. Acá, para que Javier Milei no sea presidente hasta el 10 de diciembre de 2027 tiene que renunciar o sufrir un juicio político. La segunda cosa es que esto es absolutamente fluido; yo le digo a la gente que el que cree que es presa de lo que dijo alguna vez, le va mal. Le digo: escriba en un papel y escriba de qué cree que vamos a estar hablando dentro de una semana y lo lea dentro de 7 días y van a ver qué pobre es su imaginación. Y tenemos un presidente que es economista de profesión, pero que trabaja de presidente, y que desde el punto de vista económico hace algo muy importante, que es respaldar a su ministro de Economía. Para un ministro de Economía tener un presidente atrás que se va a animar a tomar decisiones es muy relevante. Y lo que tenemos es una caída significativa de la inflación y del nivel de actividad hasta febrero muy fuerte; veremos los datos de marzo.
— ¿Cómo califica su vínculo con Milei?
— Somos amigos hace 25 años. Nos conocimos en un congreso de economistas y tenemos una amistad. Almorzamos en casa, hemos compartido algunos partidos del Mundial, es amigo de la familia. No fui profesor de él ni soy su asesor. Somos amigos y conversamos. No doy detalles de esas conversaciones.
— Usted siempre dice que el primer cliente de un Ministro de Economía es el Presidente. En este caso es interesante porque el primer cliente sería un economista. ¿Cómo puede ser esa relación entre ambos?
— En su libro Juan Carlos Torres cuenta que el gran desafío del ministro Juan Sourrouille era frenar a Raúl Alfonsín, a los diputados, a los senadores, al Banco Central y a los demás dirigentes de su partido. Caputo no tiene ese problema con Milei.
— En realidad sería a la inversa: ¿el Presidente en este caso está más convencido que el ministro?
— No lo sé. No lo conozco a Caputo, pero viene del lado financiero, de los bonos, todo ese tipo de cosas, pero me parece que está tomando envergadura. Me parece que hay una definición muy clara por parte del Presidente: no hay plata. Todo el mundo sabe lo que él dice. Si dice que hay un poco de plata, ya sonó, porque nos ponemos a hacer la cola para pedirle. ¿Esto adónde nos lleva?: en la medida en que le creen, los empresarios deben revisar la lista de precios que mandaron en base a otra premisa inflacionaria y listo, no hay ningún problema. Muchos empresarios aumentaron los precios y después tuvieron que regular, porque no vendieron. Son ideas contundentes.
— ¿Y la implementación hasta ahora qué le parece? ¿Hay un ajuste fiscal rústico, como señalan algunos economistas, o es sólido y sustentable?
— Es muy fácil calificar, pero hay que hacerlo desde las alternativas. He seguido día a día la política económica desde Arturo Frondizi en adelante, y veo que muchas veces muchos colegas míos opinan como si los ministros y los presidentes tuvieran 32 alternativas a su servicio, pero eligen una u otra. Y por supuesto que cuando eligieron una que no te gusta, encima hacés teorías conspirativas. Y la realidad es que la toma de decisión está mucho más limitada por las circunstancias.
— ¿Sobre todo con un presidente que no se esperaba presidente un año atrás, no?
— Probablemente, con una debilidad obvia en términos del Congreso.
Dolarización y competencia de monedas
— ¿Le suena más lógica la idea de la competencia de monedas que la dolarización prometida en la campaña?
— Definitivamente. Estoy convencido que el grueso de los dólares de los argentinos están en blanco, pero están fuera del sistema financiero por si el Banco Central hace alguna cosa rara. Este gobierno les está diciendo: ¿tenés una idea brillante?, mete la plata, usala. Si usted y yo cuando terminamos esta entrevista vamos al café de la esquina y pedimos dos cafés y nos dice que son $2000 y le damos USD$ 2, el mozo nos va a agradecer. Ya está.
— ¿Y en esa competencia puede pasar algo parecido a Ecuador, como dice el presidente, donde la moneda fuerte termina por imponerse a la más débil?
— No tenemos cómo saberlo, pero van a estar las alternativas y cada uno elegirá.
— Horacio Liendo ha expresado que en realidad solo sería necesario cambiar algunas leyes para permitir los contratos en dólares en toda la economía.
— Estoy de acuerdo. Si para comprar dólares tenés que entrar a una cueva, está mal. Hay que terminar con eso.
— En la transición de este cepo a un tipo de cambio unificado, ¿habría que desdoblarlo?
— Más que desdoblar, la Argentina tiene una tendencia a la unificación y en algún momento va a sacar el cepo. Pero hay que entender las circunstancias: el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, está comprando dólares y acumulando reservas, y entonces se pregunta: ‘a ver si saco el cepo y se arma el despelote’. Es lo mismo que le pasa a Jerome Powell en la Fed: la inflación de marzo dio algo por encima de lo esperado y entonces, ¿qué apuro tiene en bajar la tasa de interés? Lo hará en forma homeopática, porque si se apura y la inflación sube, a ver si lo rajan. Y no quiere que lo rajen.
Cepo e inflación
— ¿Pero este cepo no colabora con que la recesión sea más profunda?
— No estoy para nada convencido de eso, aunque lo escucho todos los días de varios economistas y no lo termino de entender.
— Entonces, ¿la recesión es la consecuencia de la continuidad de la caída del PBI del año pasado más el apretón fiscal y monetario de este año?
— Lo único que sabemos son los datos hasta febrero y lo que escucho de mis clientes es que esperan que marzo haya sido más equilibrado, algunos mejoraron y otros empeoraron. Por lo tanto no estoy nada convencido de la conexión entre la salida del cepo y la reactivación. Y mucho menos que un empresario francés que quiere poner una fábrica de tornillos en La Matanza esté esperando que levanten el cepo para instalarla.
— ¿Y qué puede estar esperando para instalarla?
— La toma de decisiones y el riesgo por supuesto es diferente que cuando las cosas son claras. Pero saben que, cuando ya son claras, ¡todo cuesta mucho más! La persona que compró bonos o acciones el primer día de este gobierno ganó mucho dinero porque se jugó y lo felicito. Alguno compró una fábrica de cosechadoras por poco dinero y hoy ya vale mucho más.
— ¿Cuán importante es la gestión en la política económica, porque muchos empresarios afirman que les cuesta encontrar funcionarios que entiendan cómo funciona el Estado?
— Es importante, pero no se arma de la noche a la mañana y los empresarios no tienen que ser tan exigentes. Yo rescato la importancia de los conocimientos específicos. Por ejemplo, en el caso de lo laboral: dado que hay problemas, hay que saber cuáles son y cómo se resuelven: ¿en la Justicia, con leyes o de otra manera? Y esto se puede trasladar a otros planos, como el impositivo o la apertura de la economía, entre otros.
— ¿Cree que se repite el esquema de un ministro no tan poderoso, como ocurrió con Macri y Fernández, lo cual puede reducir las chances de éxito de la gestión?
— No, son casos diferentes. Macri lo tenía a Alfonso Prat Gay pero en el medio tenía a dos coordinadores en la Jefatura de Gabinete… esto es mucho más directo, porque Caputo y Milei hablan sin intermediarios. Además, ningún ministro de Economía es el zar de la economía, eso es una pavada, pero sí es importante que cuente con el respaldo presidencial.
— ¿Qué le parece hasta ahora la marcha de la inflación en descenso? Hay algunos analistas que creen que todavía hay por delante un ajuste importante de precios relativos, y otros que creen que la única causa por la cual baja la inflación es la recesión
— Cuando uno tiene que restablecer los precios relativos aumentará la tasa de inflación. Eso es cierto cuando desde el punto de vista monetario vos tenés el modelo de dinero pasivo, pero este es un modelo de dinero activo. Esto lleva a que, en la medida que te crean, tenés que revisar la lista de precios que mandaste en base a otras ideas inflacionarias. Llevados en parte posiblemente por el miedo inicial que generó este gobierno, muchos empresarios aumentaron los precios demasiado y después tuvieron que ir marcha atrás, porque no vendían. Pero los datos del área metropolitana muestran que la inflación bajó del 25% en diciembre hasta el 11%. Y, desde el punto de vista técnico, si algún mes da más que el anterior, no es para matarse; lo importante es si la tasa de inflación baja o no.
Los pedidos del FMI
— ¿Qué le parecen los planteos del FMI y del Tesoro que, si bien elogian el ajuste, piden que sea de calidad y que se proteja a los más pobres?
— Es una pavada y pienso que Roberto Moldavsky no puede competir con esos cómicos por el sentido del humor. Que se dejen de joder: son burócratas que están detrás de un escritorio en Washington.
— ¿Por qué?
— Guido Di Tella, que era un gran economista, decía: para decir pelotudeces siempre hay que poner cara de inteligente. ¿Hay que mejorar la calidad del gasto? Sí, dale, vos mándame la guita, pero mandámela en forma incondicional.
— ¿Y cuando dicen que les gustaría ver un plan económico de mediano plazo, como fue la convertibilidad o el Austral?
— Lamentablemente en las actuales condiciones es imposible, porque el mundo es diferente, por el estilo del presidente, por millones de cosas. Yo pertenezco a una generación diferente: el 13 de marzo de 1967 Adalbert Krieger Vasena pronunció un discurso con objetivos e instrumentos; el 14 de junio de 1985, lo mismo ocurrió con Alfonsín y Sourrouille por el Austral: discurso, objetivos, instrumentos. Pero ya con Macri no hubo nada parecido, ni con Alberto. Este es otro mundo; la idea del plan integral, general, con artículo uno y dos, no existe más. Esto es una cosa absolutamente dinámica. La política económica es interactiva.
Qué quieren los empresarios
— ¿Pero los empresarios no temen que, aunque este Presidente tenga un discurso de reformas, el próximo cambie las reglas, como ocurrió en el pasado reciente?
— Sí, cuando lo escucho me río. Es más, si sale por ley es mejor creen algunos, pero puede venir el siguiente gobierno y cambiarla. De todos modos, los empresarios no hacen tantas preguntas para tomar decisiones: Dios creó a los empresarios para invertir, no para hacer preguntas. Ellos aprovechan las oportunidades. Si no, volvamos a la historia: cuando Macri ganó en 2015, dijimos “kirchnerismo, nunca más”. Y el kirchnerismo ganó en 2019.
— ¿Cree, como señaló el Presidente, que para levantar el cepo hacen falta más dólares del FMI?
— No termino de entender para qué, porque no se termina de entender la política cambiaria. Hasta ahora, como hay una mayor credibilidad, la corriente de fondos dejó de salir y comenzó a entrar. Pero no se sabe si se va a fijar o no el tipo de cambio. Se necesitan reservas y por eso está acumulando, pero no sabe qué va a hacer el día que tenga un nuevo acuerdo con el FMI. Me extrañaría mucho que este gobierno, bajo estas condiciones, ancle la política de estabilización en el tipo de cambio. Por ahora está haciendo algo más contundente: anclando en la política fiscal y en una base monetaria que no se mueve.
— ¿No comparte entonces el concepto de quienes señalan el peligro de un potencial atraso cambiario?
— No, porque atraso cambiario significa que el tipo de cambio está descolocado. Y lo que estamos observando es un cambio de circunstancias porque el país se ha vuelto medianamente creíble. Lo mismo cuando hablan de la inflación en dólares, que es un concepto estadístico: cuando el Presidente dice que los jubilados ganan en dólares el doble que hace dos meses, eso es aritmética, porque los jubilados no viven en Miami, viven acá.
Los pedidos del agro
— Pero el pedido del agro de mejorar el tipo de cambio nominal, ¿no refleja que hay cierta pérdida de competitividad respecto de diciembre?
— Que pidan todo lo que quieran, pero este no es un problema de tipo de cambio. Esto no se soluciona con un salto devaluatorio o aflojamiento fiscal; hay un problema real que es el costo fiscal que complica la vida. Y eso es cierto en el sector industrial y tal vez en una parte del agro. Pero hay dos problemas: los funcionarios que no tienen apuro y el hecho de que el costo argentino no tiene que ver tanto con el presidente de la nación como con los gobernadores y los intendentes, más los sindicatos y los jueces. Si ahora los intendentes para solucionar la caída de la coparticipación crean una tasa vial, ¿qué puede hacer Milei?: nada.
— En 2017 con el consenso fiscal se intentó abordar este problema al comprometer a los gobernadores a que bajaran los impuestos provinciales, pero el gobierno siguiente lo revirtió.
— Es que si soy gobernador y el presidente me corta los fondos, algo voy a hacer con los impuestos y lo mismo los intendentes.
— Finalmente, ¿el mundo está jugando a favor de la Argentina por una mayor liquidez o puede haber viento de frente?
— Lo que llama la atención es que la invasión rusa a Ucrania lleva más de dos años, el ataque de Hamas a Israel fue hace más de seis meses y sigue el conflicto, Yemen cada tanto bombardea un barco, pero el PBI global sigue creciendo.