El gran lanzamiento de la novela póstuma de Gabriel García Márquez genera expectativa y controversia

Presentada con gran pompa como el evento literario global de este año, e incluso libro de la década, “En agosto nos vemos” es la novela corta en la que trabajó el escritor mientras luchaba contra el Alzheimer. Pero no todas las voces son favorables frente a la publicación póstuma de obras que a veces los autores quisieron dejar inéditas. ¿Está bien o está mal? Hablamos con Eduardo Sacheri, Claudia Piñeiro, Marisol Alonso y Ezequiel Martínez.
  • Varios ejemplares de la novela póstuma ”En agosto nos vemos” del autor colombiano Gabriel García Márquez en una fiesta de lanzamiento en una librería en la Ciudad de México el miércoles 6 de marzo de 2024. (Foto AP/Eduardo Verdugo) Varios ejemplares de la novela póstuma "En agosto nos vemos" del autor colombiano Gabriel García Márquez en una fiesta de lanzamiento en una librería en la Ciudad de México el miércoles 6 de marzo de 2024. (Foto AP/Eduardo Verdugo)
  • Un cliente lee un ejemplar de ”En agosto nos vemos”, la novela póstuma del autor colombiano y Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez en Bogotá, Colombia, el miércoles 6 de marzo de 2024. Un cliente lee un ejemplar de "En agosto nos vemos", la novela póstuma del autor colombiano y Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez en Bogotá, Colombia, el miércoles 6 de marzo de 2024.
  • Gabriel García Márquez, en el centro de una polémica en su pueblo de origen (Foto: AP) Gabriel García Márquez, en el centro de una polémica en su pueblo de origen (Foto: AP)
  • Una trabajadora en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez acomoda ejemplares de ”En agosto nos vemos” la novela póstuma del autor colombiano y Premio Nobel de Literatura en Bogotá, Colombia, el miércoles 6 de marzo de 2024. (Foto AP/Fernan Una trabajadora en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez acomoda ejemplares de "En agosto nos vemos" la novela póstuma del autor colombiano y Premio Nobel de Literatura en Bogotá, Colombia, el miércoles 6 de marzo de 2024. (Foto AP/Fernan
  • Personas reunidas alrededor de un pastel decorado con la portada de la novela ”En agosto nos vemos” para celebrar el cumpleaños del autor colombiano Gabriel García Márquez y el lanzamiento de su novela póstuma en una librería en la Ciudad de México el mié Personas reunidas alrededor de un pastel decorado con la portada de la novela "En agosto nos vemos" para celebrar el cumpleaños del autor colombiano Gabriel García Márquez y el lanzamiento de su novela póstuma en una librería en la Ciudad de México el mié
  • Un mesero corta trozos de un pastel decorado con la portada de la novela ”En agosto nos vemos” para celebrar el cumpleaños del autor colombiano Gabriel García Márquez y el lanzamiento de su novela póstuma en una librería en la Ciudad de México el miércole Un mesero corta trozos de un pastel decorado con la portada de la novela "En agosto nos vemos" para celebrar el cumpleaños del autor colombiano Gabriel García Márquez y el lanzamiento de su novela póstuma en una librería en la Ciudad de México el miércole

“Uy, empecé a leerlo. Lo escribió chatggm”, escribió en su picante cuenta de Twitter la escritora colombiana Carolina Sanín. Fue el 7 de marzo, dos días después del lanzamiento global de En agosto nos vemos, la novela póstuma del Nobel Gabriel García Márquez. No le hizo falta explicar de qué hablaba. Todos entendieron que se trataba de una de las primeras referencias a la lectura del texto póstumo de su compatriota.

Pero Sanín, que no tiene pelos en la lengua, siguió: “Millones y millones y millones y millones de dólares, en un momento de la historia en que se desprecia la genialidad y se aprecia al ‘abuelito’. Ese ripio hasta venderá más que Cien años de soledad. Y publicar esto es una consecuencia predecible del desinterés por la obra de GGM y del desmedido y creciente interés por su vida y su anecdotario”.

“Leer lo que escribió en su decrepitud es una violación que se vuelve una especie de logro aspiracional. Publicar una gagacería de papá, floja por demás, ¿no será también una forma inconsciente de resarcirse, a través del impudor, de la onerosa condición de ser hijo de un genio indiscutible, padre simbólico de toda una nación? Me parece muy interesante el clamor para que la gente no lea En agosto nos vemos pirateado. Pues el libro, que su autor no autorizó y que casi no escribió, es esencialmente un apócrifo: un libro pirata”, explicó.

El 6 de marzo, García Márquez, autor de Cien años de soledad, hubiera cumplido 97 años. Y en coincidencia con la década de su partida, se lanzó al mercado el anunciadísimo ejemplar (fueron 250 mil) de la novela que ya fue traducida a cuarenta idiomas. El celo con el pirateo del que habla Sanín refiere al secreto total en el que se mantuvo el texto completo: los periodistas convocados sólo pudieron leer un día antes de la presentación, para evitar que se filtrara.

Fueron los hijos del escritor, el director de cine Rodrigo y el arquitecto Gonzalo, los que impulsaron el proyecto, presentado oficialmente en el Instituto Cervantes de Madrid. Y, más allá de las polémicas que pueden suscitar estas decisiones, ellos explican desde el prólogo que contaban con el permiso de su padre, que estaba perdiendo sus facultades mentales con el texto inacabado. Cinco relatos, protagonizados por una maestra llamada Ana Magdalena Bach, algunos de los cuales García Márquez llegó a leer en público.

 

El dilema detrás de la publicación de “En agosto nos vemos”

Pero más allá del hecho puntual, y de lo que pase con la novela, ¿está bien o está mal publicar textos no terminados, o que el autor no quería, o no estaba seguro de dar a luz? La historia de la literatura abunda en estas historias. La más famosa, la emblemática, dice que si Max Brod no hubiera quebrantado la voluntad de su amigo Franz Kafka, la humanidad se hubiera quedado sin la obra del autor de La Metamorfosis.

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“Hay ejemplos y ejemplos. Después de muerto un autor quedan los herederos, en el mejor de los casos y a veces se ven casos fallidos y otros que me parece que están bien. En el caso de Saramago aparecieron cosas publicadas después de su muerte, pero detrás de eso está la mano de Pilar del Río, su viuda y la que maneja la Fundación Saramago, donde hay todo un trabajo para cuidar la memoria, los libros, las ediciones de Saramago”, aseguró a TN Claudia Piñeiro desde Málaga, donde preside el jurado del festival de cine.

La escritora, reflexionó: “Y si aparece un texto que vale la pena que sea publicado, Pilar, junto a su equipo, deciden si eso debe ser publicado mirando el conjunto de su obra. Después hay otros casos en los que aparece una cosita que encontró un heredero y lo sentís más como forma de que haya algún ingreso extra por derechos, y ahí me da un poco más de pena. Si lo que encuentran está bueno, está bárbaro, pero justamente da la sensación de que muchas veces eran cosas inacabadas o hasta descartadas”.

“A veces vos escribís algo y lo dejás en la computadora y no pensás publicarlo porque decís quizás algún día lo corrijo. Pero si después alguien lo publica sin corregir, seguramente no valdrá la pena. Hay que verlo en conjunto: lo que se hace con ese autor con toda su obra posterior. Dicen que cuando fallece un autor más o menos durante diez años se sigue hablando de su obra y después tiende a desaparecer. Pero en esos diez años, mucho depende de lo que se haga con esos textos. Y ahí hay casos como el de Saramago, con un montón de gente ocupándose de que esos textos estén vivos, y por lo tanto están vivos. Y otros donde se siente como que es más del orden de lo especulativo”, sumó.

Sobre su experiencia con una situación parecida, agregó: “En lo personal, siempre hago el chiste de que el primer libro que escribí, que se llamaba El conjunto de las rubias y que mandé al concurso La Sonrisa Vertical de Tusquets, de literatura erótica, nunca lo publiqué. Como no tengo viuda, lo dejo en un cajón por si mis hijos se atreven, cuando yo me muera, a publicar el libro erótico de la madre. Por mí que lo hagan. No me preocupa el erotismo, que a esta altura debe ser bastante naif, sino que debe estar muy mal escrito, porque es lo primero que escribí, aunque quedó entre los diez finalistas, así que tampoco debe ser pésimo. El tema es que ellos se atrevan a decir: acá está el libro erótico de mamá, lo queremos publicar”.

 

Qué otras obras fueron publicadas tras la muerte de sus autores

Hablando de textos guardados, en remojo, el del colombiano, según sus editores, estaba disperso en varios ejemplares, pero completo. Aseguran que no agregaron nada y que el trabajo se limitó a corroborar datos. Se sabe que García Márquez era un escritor de los que revisan varias veces su trabajo antes de entregarlo a la editorial.

Así lo expresó Eduardo Sacheri: “Con el material póstumo de los autores hay como dos fuerzas contrapuestas. Por un lado, el deseo de los lectores de exprimir un poco más esa fruta que nos dio mucho placer, y si quedó alguna gota, ¿por qué privarnos de ella?. Y por otro, el pudor y el respeto de decir ‘che, si no lo publicó fue por algo’. Un creador da un paso cuando decide compartir con los demás lo que creó. Y si no dio ese paso, entre esas dos fuerzas en tensión, en lo personal me inclino por la segunda: es más el respeto que el deseo de un placer adicional”.

“De todos modos, aunque todavía no leí la novela, sí el prólogo que hicieron los hijos de García Márquez, y me pareció interesante su planteo de que su papá le estuvo dando muchas vueltas a esta novela, que la re escribió muchas veces —cosa que hacía García Márquez, iba y volvía—. Sus hijos asumen como cierto que sus últimas idas y venidas con esta novela las hizo cuando ya estaba muy atrapado por la demencia. Y se preguntan si no fue acaso la propia demencia la que le impidió ver lo buena que estaba la novela, y si ya estaba lista. Es un juego un poco tramposo, pero también interesante. Y a lo mejor, con esa salvedad que hacen los propios hijos, es como un guiño en la otra dirección: démonos un gusto más, un último gusto con García Márquez, antes de que a nosotros también nos lleve el olvido”, detalló el autor.

La editora, tallerista y codirectora del Festival Borges, Marisol Alonso, va en una línea parecida: “Me parece que está bien la decisión. Hay que diferenciar cada caso. El trabajo de sus herederos, que son sus hijos, ha sido hasta ahora, por lo que yo recuerdo, muy cuidadoso. De esta manera tenemos la posibilidad de ver acaso a un García Márquez que desconocemos. Ya sea una gran novela o simplemente una novela que está bien. Ningún escritor o escritora puede escribir cada vez una obra maestra. Porque además nunca son ni el mismo escritor ni la misma escritora, sino personas que tienen la misma falibilidad que cualquier ser humano”.

“Sabemos que también no hay ninguna fuerza extraña que les impida borrar su obra o destruirla si no está de acuerdo, salvo una muerte repentina, que no es el caso de García Márquez. Gracias a la negativa de Max Brod tenemos la obra de Kafka. Gracias a las hijas de Irene Nemirovsky, que vagaron por orfanatos con el manuscrito de su madre en una valija, tenemos Suite Francesa. Y también casos más fortuitos, como el del hijo del portero de Truman Capote que abrió una caja abandonada en un cuartito y encontró una novela que se llama Crucero de verano, que Capote dejó olvidada ahí, pero que también nos muestra quién era Capote en ese momento: cómo sentía, cómo pensaba y escribía. Eso colabora a poder acceder a distintos momentos de un escritor y también a ir viendo cómo ha construido su obra. Ya sea al inicio, a la mitad o al final de su vida”, comentó sobre otros históricos escritores.

    
La historia detrás de la publicación de “En agosto nos vemos”

Hay que decir que En agosto nos vemos no es completa o exactamente inédita. Su primer relato se publicó en la revista Cambio (La noche del eclipse) y en el diario El País de España. En el conjunto, los hijos y editores destacaron los disfrutables méritos del relato, así como también sus baches y pequeñas contradicciones. “Nada que impida gozar de lo sobresaliente de la obra de Gabo”, como le decían a su padre tanto ellos como sus múltiples lectores.

“En agosto nos vemos es uno de los grandes acontecimientos del 2024, no sólo por quién se trata el autor sino por las circunstancias en que por fin se da a conocer —dice Ezequiel Martínez, director de la Feria del Libro—. Se publica recién a diez años de la muerte de su autor, y uno podría preguntarse por qué dejaron pasar diez años para un texto que fue a la universidad de Texas, donde se vendieron todos los archivos por más de dos millones de dólares. Luego se dijo que era un borrador, una novela que él no había terminado de corregir, en los últimos años de su vida cuando ya su cabeza no era la que todos conocimos. Y se dijo que iba a ser un texto para investigadores y especialistas en su obra. Yo incluso tuve una charla con el hijo mayor, Rodrigo García, en la pandemia, cuando él sacó su libro autobiográfico de homenaje a sus dos padres, Gabriel y Mercedes, y le pregunté sobre esta novela. Me dijo que su padre había regresado varias veces a ella, intentando corregirla, pero que no consideraban que fuera terminada completamente y por eso se decidió no publicarla. Hasta hoy”.

“Esto es algo que ocurre mucho, con mucha frecuencia, con textos inéditos que dejan muchos autores. En este caso, en la campaña promocional se dice que se espera que no defraude a los lectores de García Márquez. Lo dijo Gonzalo, el otro hijo en la presentación en Madrid. Siempre es una curiosidad, es un García Márquez: debe haber secuelas, o esquirlas de lo que fue su talento literario, si no es su talento en estado puro. Me da mucha curiosidad leerla. Aunque siempre se debate si tiene sentido publicar textos que el autor quizás no hubiese publicado”, agregó.

Para dar cuenta de situaciones del pasado, recordó: “El qué hubiese pasado si Max Brod le hacía caso a Kafka de quemar todos su manuscritos, el caso emblemático con el que se justifican luego estas publicaciones. Pero hay otras que se van demasiado al otro extremo, como lo del hijo de Hemingway que terminó, él, una novela que su padre había dejado, no ya inédita, sino que directamente no la había terminado, y él le escribió un final”.

“Luego está la parte comercial. Cuando el autor no nombró un albacea a quien le deja instrucciones, queda todo en manos de herederos y ahí a veces se publica el rejunte de papeles, más por una cuestión comercial que literaria. Mi padre (Tomás Eloy Martínez), dejó una novela inédita, terminada pero no corregida, que no tiene ese espíritu de su obra. Es más un borrador, un work in progress, y me pareció, como su albacea, que no tenía sentido publicar una novela que él no hubiese querido publicar. Pero cada caso es muy particular, discutible y debatible. En un extremo, nos hubiéramos perdido toda la obra de Kafka. En otro, hay cosas que se publican y no tiene sentido que se den a conocer al público en general. Pueden quedar para académicos, para un biógrafo, para estudiosos. Pero no son para vender en las librerías”.

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