A Tomás le gusta que le tiren la pelotita y también disfruta de meterse al mar. Está con su mamá, Yanina, y su abuela, Gladys. Tomás es un caniche blanco que tiene 10 años y vive en el barrio porteño de Parque Chas. Llegó a Mar del Plata el 15 de enero y “ama” ir a la playa. “Ni loca lo dejo solo en el departamento. Viene conmigo a todas partes”, cuenta Yanina a Infobae en una caminata con su perro hacia la orilla del mar. Como la arena está caliente, la joven de 29 años elige llevarlo a “upa”. “No quiero que se queme las patitas”, dice.
A unos metros, Bandido y Lagertha se dan un chapuzón en el mar. Podrían estar en alguna guardería canina, mientras sus dueños vacacionan, pero su mamá, Valeria, eligió traerlos con ella a La Feliz. Antes de hacer las valijas, la mujer hizo una consulta con el veterinario para asegurarse de que sus perros pudieran disfrutar de la playa y evitar golpes de calor. “Me dijo que los refrescara cada 15 o 20 minutos, que les diera de beber mucha agua y que tratara de mantenerlos a la sombra”, explica la mujer a Infobae.
Los turistas que van de vacaciones con sus mascotas son una postal que se repite en la playa. En Mar del Plata, los perros veranean como uno más de la familia. Basta hacer una recorrida para encontrarlos dentro del mar, corriendo por la orilla o bajo la sombra de alguna sombrilla o carpa.
Teniendo en cuenta esta situación, el balneario Ibiza de Punta Mogotes, inauguró un sector pet friendly: dos de los cinco pasillos de carpas son exclusivos para perros. “Este es el cuarto verano consecutivo que recibimos animales y, cada vez son más las familias que nos eligen. Algunas vienen a pasar el día; otras, las más previsoras, alquilan por semana o por quincena. Lo hacen con tiempo porque saben que se llenan muy rápido”, explica a Infobae Martín, encargado de recreación del lugar desde 2019.
Según Martín, la necesidad de vacacionar con perros se potenció después de la pandemia, momento en que se sumaron muchas mascotas a las familias. Incluso, hasta el propio balneario Ibiza tiene la suya: se llama Shark y es un callejero que adoptaron del refugio Danos una Pata de Mar del Plata.
“Acá, la única condición que tenemos es que los perros deben llevar correa o estar atados: no pueden deambular por el balneario. Si lo hacen, tienen que estar con sus dueños. En esos casos, hay libertad para caminar con ellos por los pasillos de madera, llevarlos a las duchas o al restaurante”, explica Martín acerca de las reglas que maneja el balneario.
Justamente, en el sector de las duchas, Viviana aprovecha para refrescar a su perra Minnie. Desde que conocieron Ibiza, ella y su marido, Eduardo, pueden disfrutar de las vacaciones junto a su mascota. “A ella le encanta venir a la playa. A esta altura hace más vida de humana que de perro”, contó la mujer.
En la carpa 357, Amber duerme la siesta junto a su dueña, Agostina, y su tío Santiago. Según cuentan a Infobae, venir juntos a la playa es la forma que encontraron para disfrutar 100% del verano. “A Amber le encanta meterse al mar y jugar con otros animales. Mientras tanto, nosotros podemos aprovechar más el día, sin necesidad de tener que volver al departamento para sacarla a pasear”, explicaron.
A diferencia de lo que sucede con los perros pequeños, por su tamaño, a Amber no pueden “hacerle upa” cuando la arena está muy caliente. En esos casos, explica Agostina, van por el pasillo de madera que desemboca directo a la playa. “Después, solo tiene que trotar unos metros hasta la orilla”, dice.
Por primera vez en su vida, este verano, Melisa vino de vacaciones con dos perras: Morena y Bella. Si bien pasan la mayor parte del día en la sombra, la mujer las acerca al mar para que se refresquen. Es la indicación que le dio el veterinario, a quien consultó antes de viajar. “Yo tuve caniche toda la vida. Pero acerca del cuidado de la American Bully no tenía mucho conocimiento y tuve que asesorarme. Más allá de la raza, la recomendación es mantenerlas frescas, hidratadas y en la carpa, para que no pasen calor”, cuenta.
¿Qué recomiendan los expertos?
“Cuando llega esta época del año, es muy común que la gente consulte si puede llevar al perro a la playa. En lo particular, recomiendo hacerlo pero con mucho cuidado”, dijo a este medio, Ariel Hernán Pérez (MP 8825), Director Técnico del Centro Médico Veterinario Mar del Plata.
Según Pérez, el principal riesgo que afronta un can en la playa es el famoso “golpe de calor”. “A diferencia de los humanos, los perros no tienen la capacidad de transpirar por la piel. Lo hacen por jadeo o por convección, es decir, necesitan tener una superficie en donde apoyarse para que el calor de su cuerpo sea traspasado. En ese sentido, las razas braquicéfalas, es decir, todas las que tienen el hocico corto y, por lo tanto, menos capacidad de disipación de calor, son a las que más atención a que prestarles”, explicó.
Y agregó: “Más allá del tamaño del perro, la recomendación principal es evitar el contacto con el sol en los horarios pico: desde las 11 y hasta las 18 horas. Lo ideal es mojarlo cada 15 o 20 minutos y que siempre estén hidratados con agua fresca”.