Peleas, angustia, problemas en el colegio, bajo rendimiento escolar, aislamiento, trastornos en el sueño o la alimentación... ¿cuáles son las señales que madres y padres advierten antes de agendar un turno con un psicólogo infantil?, ¿y quién debe acudir: el niño o los adultos a cargo?
Acudir a un especialista no quiere decir indefectiblemente que el niño en cuestión requiera de ese tratamiento. Será el profesional quien decida cómo abordar el camino a seguir. En el caso de que se inicie una terapia, y aunque sea el chico quien asista regularmente, será imprescindible el compromiso de los padres.
Deborah Bellota, psicóloga especialista en crianza, aseguró a Clarín que lo principal es “definir que ese niño realmente lo necesite”. En general, agregó, se llega al consultorio luego de que los padres o una institución (escuela o jardín) observan que el nene en cuestión “tiene algunas conductas que salen de la norma del estándar”. De cualquier modo, la primera consulta siempre será con los papás.
Psicólogo para chicos: qué tener en cuenta antes de sacar turno
Bellota aclaró que hay dos factores fundamentales a la hora de distinguir si es necesario consultar con un psicólogo infantil: la frecuencia y la intensidad.
Así, instó a analizar si lo que observamos como extraño o preocupante sucede “de vez en cuando, muchas veces, todos los días o muchas veces por día”.
En cuanto a intensidad, por ejemplo, recomendó tener en cuenta si el niño o la niña están angustiados “a un nivel en el cual no podemos contener o gestionarlo o si son angustias en contextos esperables”.
En general, señaló la especialista, los adultos a cargo suelen consultar sobre sus hijos entre los dos y los seis años cuando son problemáticas leves. En ese caso, se trabaja directamente con los padres y no se expone ese niño a terapia. Cuando las problemáticas son más complejas -lo cual puede advertirse a cualquier edad- el chico sí acudirá a la psicoterapia, aclaró.
En cuanto a lo que se determina dentro del consultorio la psicóloga enfatizó que “el diagnóstico en la niñez se escribe con lápiz”. Esto significa que, como la estructura psíquica de los niños se va desarrollando, ciertos rasgos y conductas se pueden ir modificando con el crecimiento.
Cómo es la terapia psicológica infantil
Al principio se trabaja de manera familiar. Asisten todos juntos “para que ese niño entienda que ese es un contexto de confianza. Porque cuando los padres aceptan y se sienten cómodos con una persona o en un contexto, ese niño también lo hace”.
Básicamente, con los niños se puede trabajar de dos maneras. Según Bellota (en Instagram, @maternidad_crianza_familia), una posibilidad es la psicoterapia, donde el el abordaje del psicólogo con los chicos y chicas es a través del juego, es muy sutil y es completamente diferente a la de adultos.
El psicólogo analiza lo que le sucede a ese niño a través de la lectura, por ejemplo contándole cuentos, o a través del juego, con juegos de mesa estratégicos. En ocasiones puede ser con distintos juegos que el propio chico traiga de su casa. Más allá de esto, aclaró, también se trabaja con padres y madres.
El otro modo que detalló la especialista es directamente la orientación a padres, donde son ellos quienes asisten al consultorio (más común para niños de 2 a 5 años).
“La orientación a padres es un encuadre online o presencial con los padres de esos niños. Puntualmente se trabaja el vínculo que esos padres tienen con sus hijos y cómo se tratan, en un tiempo de aproximadamente 50 minutos”, explicó Bellota.
La duración, señaló, va de una a ocho sesiones y la frecuencia se define en el primer encuentro, aunque luego puede fluctuar según cómo están y cómo responden. “La orientación a padres en crianza requiere seguimiento y las vías de contacto quedan abiertas siempre, pero una vez que se logró el objetivo no hay más consultoría”, mencionó.
El rol de padres y madres: responsabilidad y compromiso
Aunque sea el niño quien asiste a la psicoterapia esto no significa que padres y madres se desentiendan de la situación. “Los padres que llevan a sus hijos a terapia tienen que estar dispuestos a asumir la responsabilidad de lo que sucede”, aseguró la especialista.
“Los padres estamos siempre involucrados en cómo se va formando la estructura psíquica de nuestros hijos, en sus rasgos de personalidad, en las conductas que ellos tienen en cuanto a respuestas o reacciones a estímulos que se le van presentando en la vida cotidiana”.
Adherencia al tratamiento y compromiso implica en padres y madres asumir la asimetría de roles y tener predisposición a generar cambios en sí mismos para mejorar el vínculo con sus hijos, así como también cualquier cuestión que le esté sucediendo al niño, sostuvo la experta en crianza.
“Por otro lado, hay que trabajar de manera individual las propias heridas de los adultos padres que, por supuesto, se ponen en juego en el vínculo con nuestros hijos”, concluyó.