Caso Chocolate: investigan el nexo de Rigau y los Albini con la barrabrava de Estudiantes de La Plata

A través del fútbol, el fraude multimillonario con tarjetas de la Cámara de Diputados se conecta con barras, prestamistas, bolicheros, policías y miembros de la banda criminal más famosa de la historia reciente de la capital bonaerense.
  • Caso Chocolate: investigan el nexo de Rigau y los Albini con la barrabrava de Estudiantes de La Plata. (Foto: La Nación / FB @FacuAlbini) Caso Chocolate: investigan el nexo de Rigau y los Albini con la barrabrava de Estudiantes de La Plata. (Foto: La Nación / FB @FacuAlbini)
  • Rubén, el ”tucumano” Herrera, exbarrabrava de Estudiantes. (Foto: Facebook) Rubén, el "tucumano" Herrera, exbarrabrava de Estudiantes. (Foto: Facebook)
  • Claudio Albini, uno de los detenidos por la causa Chocolate Rigau. (Foto: El Día) Claudio Albini, uno de los detenidos por la causa Chocolate Rigau. (Foto: El Día)
  • ”Chocolate” Rigau junto a Facundo Albini, supuesto jefe de la asociación ilícita, y militantes del Frente de Todos. (Foto: Instagram Facundo Albini) "Chocolate" Rigau junto a Facundo Albini, supuesto jefe de la asociación ilícita, y militantes del Frente de Todos. (Foto: Instagram Facundo Albini)
  • Carlos Tocci, un policía exonerado de la Bonaerense en los ‘90 que se reconvirtió en financista, mutualista y empresario. (Foto: Realpolitik) Carlos Tocci, un policía exonerado de la Bonaerense en los ‘90 que se reconvirtió en financista, mutualista y empresario. (Foto: Realpolitik)
  • Tres tarjetas estaban a nombre de empleados de una financiera cuyos accionistas son el dirigente massista Carlos Melzi y su hijo, empleados legislativos. (Foto: Twitter) Tres tarjetas estaban a nombre de empleados de una financiera cuyos accionistas son el dirigente massista Carlos Melzi y su hijo, empleados legislativos. (Foto: Twitter)

Los tres hombres presos por el “caso Chocolate” son fanáticos de Estudiantes. La ficha policial del puntero Chocolate Rigau dice: “Julio Segundo. Club Estudiantes de La Plata. Empleado de Gobierno”. Las piernas del concejal Facundo Albini son un tapiz de escudos, símbolos y logros pincharratas tatuados al estilo de la barra brava Los Leales. Y su padre, Claudio Albini, subjefe de Personal de la Cámara de Diputados, suele compartir vuelos chárter y hoteles con el plantel del club.

Tanto es así que la casa familiar de los Albini antes fue de Rubén Orlando Herrera, un exjefe de esa barrabrava, más conocido como El Tucumano o El bolichero. Pero no todo es deporte. A través de los colores de Estudiantes, la estafa multimillonaria con tarjetas de empleados truchos de la Cámara de Diputados se conecta con otras escenas de corrupción local.

Sin ir más lejos, El Tucumano era socio del exjuez César Melazo en su “megabanda”, la trama criminal más impactante de la historia reciente de La Plata, digna de una superproducción de Netflix. Una red de delincuentes, funcionarios judiciales y policías que cometían todo tipo de delitos al menos desde 2008.

La casa de ladrillo y rejas negras ubicada en la calle 28 de Gonnet apareció en los medios hace algunas semanas, cuando la Unidad Investigativa contra la Corrupción de la Policía Federal buscaba a los jefes de Chocolate. Claudio Albini vivía en esa propiedad con su hija, yerno y nieta, según dijo poco después en la fiscalía de Betina Lacki, al ser indagado, en compañía de sus abogados del estudio Funes-Galasso.

Claudio, de 67 años, tiene tatuada una virgen de Luján. Es un hombre de Berisso sin estudios secundarios que llegó a subjefe de Personal de Diputados. En el fuero penal de La Plata lo apodaron “El Fantasma”, por lo que cuesta rastrear sus bienes y su vida. Su única foto pública está tomada durante un viaje a San Pablo que hizo en el chárter de los jugadores de Estudiantes. La publicó diario El Día, de La Plata, el 22 de agosto pasado, en una nota titulada “Van llegando los hinchas: el Pincha tendrá mucha banca”.

Pero negocios son negocios y, desde San Pablo, “El Fantasma” no desatendía el asunto de las tarjetas. Así surge de un mensaje de voz que Chocolate Rigau mandó desde su celular el martes 22 de agosto, el mismo día de aquella nota: “Negro, bueno, escuchame (…) yo eso ya mañana lo tengo que tener resuelto, porque Claudio vuelve el jueves de Brasil y ya me preguntó de eso”. El destinatario era “Chispa” un contacto con el que hablaba permanentemente sobre “firma de contratos” (nuevos) en Diputados y “entrega de tarjetas” de débito. De “tandas”, “stocks” y “recibos de sueldo”.

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El mismo día que volvía Claudio, el azar determinó otra cosa. Ese jueves, un hombre sin techo que dormía en un cajero de La Plata avisó por primera vez que “un chabón” sacaba “una banda de plata” con “una banda de tarjetas”. Quince días después, otro de sus avisos se tradujo en la captura del puntero, y el viejo esquema recaudatorio (manejaban contratos que tienen 20 años) quedó al desnudo.

La oficina de Personal, surge de pruebas del expediente, recibía tarjetas del Banco Provincia hechas a nombre de gente que lo prestaba a cambio de obra social y jubilación, que no trabajaba, ni tampoco cobraba. Sus sueldos los recogía en los cajeros Chocolate –probablemente, con un ayudante–. Los guardaba en bolsas. Y se los rendía al Fantasma. “Cuando llegue a la oficina rindo”, dicen mensajes en el celular del puntero. “Rendirle a Claudio”, se afirma.

Decenas de familiares y conocidos de Rigau y Albini fueron contratados con el poder de esa oficina -dependiente de la Secretaría Administrativa- sin importar sus antecedentes penales. Hijos, mujeres, ex, nueras, nietos, amigos. La primera esposa de Claudio, por ejemplo, tiene contratos hace más de veinte años. Es la madre del hijo mayor del funcionario, un empresario farmacéutico de Berisso, que también figura contratado en Diputados.

Rosana Delgado declaró como testigo en la primera etapa, para una simulación grupal orquestada por la defensa de Chocolate, orientada a asegurar que los “ñoquis” sí trabajaban y sí cobraban . Hoy está procesada por este fraude al Estado; estuvo presa un fin de semana y se negó a declarar. El abogado que le designaron es el mismo que el de los Albini.

 

La ruta de las tarjetas

Como Chocolate hay muchos otros y tarjetas también, es un secreto a voces en La Plata. Pero las 48 secuestradas al puntero son una especie de Aleph. Vinculan esta historia con barras, usureros, militantes barriales, financistas, políticos, empresarios de distintas edades y clases sociales. ¿Cómo se conformó ese universo? ¿Qué es lo que une a todas las piezas?

Una de las tarjetas conduce a un prestamista conocido como “el financista del Estadio de Estudiantes” o “el financista de Verón”. Es Juan Carlos Tocci, un policía exonerado de la Bonaerense en los ‘90 que se reconvirtió en financista, mutualista y empresario. Creó AMEPA, una mutual que ofrece préstamos a policías y penitenciarios, y también presidió el club Villa San Carlos, de Berisso. La tarjeta en cuestión está a nombre de su hijo y la usaba Chocolate.

El hijo del “financista de Estudiantes” es Juan José Tocci, otro hincha del club, que trabaja en la mutual AMEPA (supo ser su tesorero) pero curiosamente figura contratado en Diputados y nunca denunció que su tarjeta la usaban otros. No está claro cómo llegó Tocci a ser prestanombre de esta red, pero sí que el estudio más pincharrata de la ciudad llegó a la causa para defenderlo: el de Fernando Burlando, a través de su socio Fabián Améndola. El contrato de Juan José en Diputados data de 2004, y no es el único Tocci que trabaja en AMEPA y presta el nombre en Diputados.

Burlando y el Tucumano Herrera son viejos conocidos. Se conocen incluso desde antes del caso que cambió la suerte de ese estudio jurídico a fines de los ‘90: el crimen de José Luis Cabezas.

El barra, que décadas atrás tenía un lavadero de autos, se convirtió en empresario de boliches bailables y otros rubros, en alianza con el juez Melazo y un comisario de la Bonaerense. En 2018, cuando lo detuvieron por la megabanda del juez, ya vivía en una mansión de City Bell. La casa de Gonnet había pasado a manos de los Albini. Y, como no podía ser de otra manera, Herrera también figuraba contratado en Diputados.

Hay más fanáticos de Estudiantes involucrados en el caso. Por ejemplo, Flavia Di Rosa y Patricio Prieto. Sus tarjetas, además, contienen un enigma: estaban junto a unas anotaciones que dicen “Pelusa”. ¿Y quién es Pelusa? Una versión circulante en La Plata señala que se trataría de un familiar de los dueños de estas tarjetas, a su vez ñoqui con gran antigüedad, actual reclutador de prestanombres para la red.

La tarjeta con la que vaciaban el sueldo de Di Rosa dice “Di Rosa = Javi = Pelusa”. Y la de Prieto dice: “Prieto = Pelo = Javi”. Di Rosa y Prieto son gente contratada en Diputados desde 2022. No trabajaban. Ingresaron al circuito como prestanombres, a cambio de la obra social, pero sin cobrar. Sus sueldos los cobraban otros.

Las conexiones entre la “causa Chocolate” y el mundo pincharrata siguen. El primer abogado de Rigau, y actual defensor de los Albini y de la ex mujer de Claudio, es hincha y agente de jugadores. Además, por una vieja historia, Gustavo Galasso también está relacionado con una ramificación de la “causa Melazo”, donde quedó procesado.

La historia empezó hace más de una década, cuando él trabajaba para Burlando y un cuñado del Tucumano Herrera, Javier Ronco (otro presunto miembro de aquella banda), lo denunció como supuesto mensajero de un pedido de coima para despegarlo de una imputación por doble homicidio. Galasso asegura que nada de esto ocurrió.

Y como si fuera loco, en la trama también caben las cuevas financieras. Porque tres tarjetas del mazo de Chocolate están a nombre de empleados de una financiera cuyos accionistas son el dirigente massista Carlos Melzi y su hijo, empleados legislativos.

Karuna Group es un emporio de casas de cambio que operan sólo en efectivo y bajaron sus persianas cuando salió a la luz que algunas tarjetas de la corrupción dicen “Melzi”. No se puede decir que Melzi sea pincharrata, todo lo contrario. Pero por ahora no explicó por qué hay empleados de su financiera prestando el nombre para un fraude con fondos de la Legislatura, mediante tarjetas que aclaran “Melzi”.

La banda de Melazo actuaba al menos desde 2008 y fue descubierta desde 2014, a partir de una investigación de Betina Lacki, la misma fiscal que estaba de turno cuando cayó Chocolate. Uno de los aspectos menos difundidos de aquella historia es que la banda del juez tenían un pie en la Legislatura.

Uno de sus miembros, empleado en Diputados, conseguía contratos de ñoquis legislativos. Los ofrecía como moneda de cambio cuando necesitaban ciertos servicios para la asociación ilícita. El hombre era fanático Gimnasia, pero ésa es otra historia.

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