“El dólar”, un traje bordado a mano de la colección de alta costura de otoño-invierno 1990 de Gino Bogani llama la atención en el Malba. Rodeado de cerca por un icónico cartel que habla del “Misterio de Economía” y una planilla con las distintas cotizaciones de la moneda estadounidense que el cepo generó. La pantalla en blanco y negro tiene a Tato Bores con un discurso que, por su actualidad, bien podría emitirse a color.
Eduardo Costantini se mueve entre la gente en el marco de la muestra “Del cielo a casa” del Museo de Arte Latinoamericano, donde a través de 600 objetos de diseño se representan espacios, momentos y hasta no lugares de la cultura nacional. Desde una TV a transistores hasta un helicóptero de Pirincho Cicaré forman parte de la escenografía. Hay turistas de los países más disímiles y también argentinos que no dudan en interrumpirlo y pedirle algún artista. “Debería volver Fernando Botero”, dispara una señora que lo reconoce inmediatamente. Costantini le agradece el comentario y minutos después reflexiona en su oficina: “Tiene que estar. Es un ícono internacional. Vamos a reestablecerlo”.
En los minutos de la producción fotográfica redescubre algunas de las obras y hasta un cuadro que le gustaría comprar. Al creador de Consultatio, Nordelta y Puertos, se lo nota tranquilo y reflexivo y habla sin casette.
En una entrevista con LA NACION, la primera de la serie “los número uno”, analiza el futuro del dólar, anticipa una crisis y sostiene que “vamos a estar peor antes de estar mejor”. No se ahorra definiciones de los políticos, del fenómeno Milei y plantea también un plan de salida para el “deterioro recurrente de nuestro país”.
–¿Qué hay que esperar del dólar en la Argentina?
–El dólar es sintomático. Es una variable dependiente. La Argentina es en este momento un país desencontrado, históricamente equivocado en su rumbo, que ha tenido cada vez crisis más seguidas o un estado de desequilibrio continuo y que, ahora, dentro de ese empeoramiento de los últimos, diríamos, 10 años, estamos en una crisis más efervescente, en una divergencia, desequilibrio macro más evidente. Lo que no sabemos es si la economía va a eclosionar antes de fin de año o no.
–O sea, el plan llegar, ¿va a poder llegar o va a haber una crisis mayor antes, concretamente?
–Hoy tenemos grandes desequilibrios y también una situación política que empeora la situación general. La política no está dando cuenta de la gravedad de la situación económica y social, y por eso la gente está tan decepcionada. En realidad, si vos ves a la Argentina como nación, lo más pertinente sería que la dirigencia política hiciese una lectura, un diagnóstico de la disfuncionalidad del país y, entonces, tratara de llegar a acuerdos básicos para poner el país en orden. No hay ninguna ley mágica o novedosa, no hay que descubrir algo nuevo para sacar a la Argentina hacia adelante. La Argentina es un país que en lugar de crecer, decrece y va perdiendo el rumbo. No es difícil saber por qué. Somos un país que siempre gasta más de lo que produce, sobre todo el Estado. El Estado está estructuralmente quebrado, siempre el problema son las finanzas del Estado, y eso va acompañado por políticas demagógicas o populistas. También hay otro análisis posible y es que los políticos hacen un negocio con la política.
–¿A qué se refiere?
–Es un país que tiene un nivel de corrupción elevado, una justicia débil y, entonces, hay muchos sectores a los que los beneficia este sistema. Hay un político que habla de la casta política, pero justo me dijo un empresario mendocino que habría que hablar de la casta empresarial, de la casta sindical, o sea, de los distintos sectores a barrer, no todos ni mucho menos, pero hay parte de los sectores que sin duda hacen negocio con el Estado en un nivel muy elevado. Entonces, la política es como un negocio y eso también ayuda a explicar el mayor egocentrismo que existe, donde vos ves ese escenario que se transforma en una competencia ya casi descarrilada entre los distintos sectores, dentro de los mismos partidos, que crea, primero una confusión enorme y, segundo, se aparta a ese acuerdo que requeriría el país para ponerlo en orden. Es como la economía familiar, en el fondo.
–¿Cómo se sale?
–Otros países lo han hecho, Israel, España lo han hecho. Es ponerse a la altura de la situación, tener patriotismo y ponerle un techo a las ambiciones personales o a las luchas partidarias. No es muy difícil la receta. Es como la economía familiar, o sea, es poner en orden las finanzas del Estado, significa sacrificios para equilibrarlas, recrear una moneda, bajar inflación y, conforme a eso, veremos cual va a ser el valor del dólar.
–A juzgar por las internas en los principales espacios políticos eso no parece estar muy cerca…
–Entonces el dólar, obviamente, va a seguir subiendo, tanto el blue como el contado con liqui, lo que fuere. Claramente está sobrevaluado y lo está por el nivel de disfuncionalidad del país, por la falta de respuesta de la política y por la incertidumbre que te produce el futuro, porque en 2015, por ejemplo, tenías la esperanza primero del cambio de gobierno tras una época larga del kirchnerismo, entonces ya el mercado había descontado el cambio y el dólar empezó a bajar y después, cuando se supo que Juntos por el Cambio podía ganar y se materializó ese triunfo, el dólar bajó, ingresaron dólares y dólares de más, o sea, todo bajo la esperanza de un ordenamiento macroeconómico que no se materializó. Y el plan se abortó más rápido de lo que se pensaba. Entonces, hoy el argentino tiene mucha mayor incertidumbre, ve con mayor dificultad el liderazgo político para que el que gane tome el grip de la situación.
–Pero los fundamentalis…
–Vos tenés riquezas minerales, energéticas, agropecuarias. Hay una cantidad de dinero muy importante en el exterior. Si tomás la deuda, en 2015 la deuda externa era muy baja porque no nos prestaban, pero si tomás la deuda global no es algo impagable, no es tan grande. Lo preocupante es la dinámica de esa deuda, porque tenés la deuda, hay un porcentaje grande indexado, y está la deuda de la tesorería y la del Banco Central que es fija, pero tiene una tasa de interés y, para neutralizarla, hay que tener 140% de inflación. El problema es la dinámica y esa dinámica se recrea con la incertidumbre, porque no hay un programa económico consistente que se vincule con las expectativas.
–Se refería al discurso antipolítica que encarna Javier Milei. ¿Qué lugar le da a su rol en estos tiempos de incertidumbre?
–Creo que Javier Milei es consecuencia de la insatisfacción con la política. No sé qué puede pasar a nivel electoral. Creo, en principio, que el Frente de Todos no va a ganar. En teoría, ganaría Juntos por el Cambio. Después habría que ver qué acuerdos se harían. Milei me parece demasiado simplista, ¿no? Como demasiado revolucionario. Creo que sus propuestas vienen bien porque sacuden y señalan deficiencias. Es mucho más directo, más eufórico, más claro, comunica muy bien y entonces hay gente que dice: ‘vamos con Milei porque patea el tablero y esta gente nos está hundiendo’. Y hacés la lectura de la Argentina y nos estamos hundiendo; entonces se quiere algo fresco, en teoría algo honesto. Es un poco utópico, obviamente. Su ideología es una ideología pro baja del gasto público, de la economía familiar, de ordenar.
–¿El plan de dolarizar es viable?
–La moneda es una consecuencia del orden económico. Si tenés desorden económico, podés dolarizar y chocás la calesita. Cuando se dolarizó pero la Argentina no tuvo disciplina fiscal, la economía quebró literalmente, quebró el sector privado y también el sector público. Hoy no hay dólares para dolarizar. O sea, técnicamente tendrías que tener un respaldo, un préstamo financiero del exterior que te permita cambiar los pasivos en pesos, todos los pesos que hay, cambiarlos por dólares. De esa manera podés dolarizar la economía. Hoy eso es decir ‘señor, yo tengo la solución mágica’.
–¿Qué puede esperarse de la inflación?
–La inflación es precisamente la dilución del valor monetario. La inflación es la destrucción de la moneda. El país no tiene moneda porque es un desorden. Si tenés un orden económico y superávit fiscal, no tenés necesidad de emitir, y si no tenés necesidad de emitir y tenés la misma cantidad de pesos va a ir junto al valor del dólar y otras economías que tengan estabilidad.
–¿Hay riesgos de una híper?
–Esta semana Estados Unidos subió su tasa de referencia, porque sabe que la inflación es dinámica y si no la combate seguirán subiendo los precios. Si ocurre eso, el sistema económico empieza a funcionar mal y te trae un perjuicio en términos del crecimiento. Estados Unidos dice ‘yo quiero subir la tasa para que baje la actividad, porque bajando la actividad me van a bajar los precios’. Entonces, cuando logre estabilizar la tasa de inflación en 2% anual, ahí voy a aflojar las condiciones monetarias y la economía va a estar bien preparada en el largo plazo para aumentar el crecimiento potencial. Entonces, si venís a la Argentina y tenés una inflación creciente de 7% mensual, es imposible que el dólar no suba y es imposible que el peso sea una moneda de ahorro. Es explosivo. No converge.
–Ante este escenario, se vuelve a tocar las puertas del Fondo…
–Nunca van a converger ni van a hacer los deberes; entonces, siempre estamos pidiendo plata. Ahora al Fondo. Y qué te van a decir: devaluá, subí tarifas, poné la tasa real, ajustá el tipo de cambio, bajá subsidios, disminuí el déficit… Entonces, Cristina no va a querer que devalúen porque no quiere pagar el costo político de un ajuste, pero si no se hace el ajuste, como no hay reservas, estás encerrado, no hay espacio. Eso es lo que no esperaban.
–¿Qué le recomienda a un inversor mediano hoy?
–En términos generales, si fuera él o ella, yo me quedaría en dólares y vería cómo evoluciona esta dinámica, porque estamos frente a un riesgo claro de crisis. Vivimos en crisis, pero todavía no hay una capitulación y una crisis con una aceleración mucho mayor de nivel de precios es factible. Entonces, como hay un riesgo elevado, si ese inversor tiene un perfil que lo lleva a querer preservar el capital, no da para que invierta. Dicho esto, si compra bonos de la deuda externa –yo compraría los que son bajo ley extranjera–, por ahí lo paga el 25% de su valor y creo que va a ganar plata. Quiero pensar que va a ganar. Yo no compro, porque prefiero la calidad de vida, pero es difícil que pierda plata, porque la Argentina de alguna manera volverá al orden, supuestamente. Si vuelve al orden, eso le va a dar dinero, pero hay un riesgo excesivo y hay que saberlo. Yo creo que la crisis va a ocurrir. Vamos a estar peor antes de estar mejor.
–¿Se puede terminar la hegemonía del dólar y de los Estados Unidos?
–Hay una dinámica de crecimiento secular que hace que el peso de otras economías, sobre todo la de China, vaya ganando preponderancia. Es algo que inevitablemente se da. Habrá que ver si efectivamente cambia el sistema monetario o si el dólar sigue siendo la moneda preeminente. Si sacamos hoy una fotografía, la mayoría de las transacciones sigue siendo en dólares, pero hay un mayor porcentaje en otras monedas. Además, hay factores geopolíticos que influyen. En un momento el crecimiento de China fue funcional al crecimiento americano; en la época rosa, sobre todo la última, de la década del 90, cuando hubo muy baja inflación gracias al aumento de la oferta de países fuera de Estados Unidos, también con epicentro en China, y eso se cortó en el fondo con la pandemia, porque surgieron todas las vulnerabilidades de seguridad bélica y productiva.
–¿A qué se refiere, en concreto?
–Al principio, China abrazó lo económico, el capitalismo americano y eso fue bien recibido. Hoy, ya no tanto. Ahora el tema es el advenimiento de la inteligencia artificial, que, por un lado, le da un nuevo empuje a la economía mundial, pero, por otro lado, se levantan las alarmas de seguridad en todo sentido. En síntesis, la hegemonía del dólar no se terminó, pero hay que seguir ese tema de cerca. Estamos viviendo un punto de inflexión. No se trata de un cambio como Bretton Woods o cuando se salió del patrón oro con una fecha definitiva, pero sí hay que estudiar la dinámica.
–¿Ve factible una unión de China, Brasil y Rusia y una moneda común entre esos tres países?
–A Brasil tampoco le conviene aislarse de LOS Estados Unidos. Creo que, por ahí, hay enunciados a favor de China, pero también de los Estados Unidos. No veo una cosa tan contundente al respecto. Pero sí que China tiene otro peso, otra voz, y que, en consecuencia, hay acuerdos. O sea, Estados Unidos no es tan hegemónico, eso me parece muy claro, pero sigue siendo la economía más importante.
–¿En qué estado se encuentra hoy Nordelta?
–Nordelta efectivamente se ha materializado. Ahora nos queda un barrio y medio, nada, son los últimos terrenos y eso se paga muy bien en medio de este lío. Hay demanda porque Nordelta es un microclima. La gente ve la escasez de terrenos, que se completa este proyecto y que es algo donde se quiere vivir; entonces lo paga, a pesar de todos estos líos. Ahora pienso que lo que nos falta es el desarrollo del centro de la ciudad, unos 400.000 metros. En Puertos se están haciendo 700 casas continuamente. Las ventas han caído un poco ahora, porque a ese segmento el dólar lo afecta más. También vamos a salir con Catalinas.
–¿Siguen las apuestas por los Estados Unidos?
–Sí, nos fue muy bien y hace dos años o más que estamos buscando volver a entrar; la realidad es que nuestra competencia nos pasó por encima. Ahora vas a un terreno y tenés 10 compradores y vos lo priceas de una manera, y tenemos un competidor que puede ser un Fondo de Qatar o de Europa. Miami explotó.
–¿Está caro ahora o no?
–No necesariamente. Yo pensaba que con esta suba de tasas Miami se iba a temperar y que nos iba a dar la posibilidad de comprar y, sin embargo, eso no sucedió. También empezamos a ver el sector comercial, oficinas en ciudades donde hay más vacancia. Esos son algunos de los próximos pasos.
Mini bio
Negocios en el país y en el exterior y pasión por el arte
Eduardo F. Costantini es fundador y accionista principal de Consultatio Asset Management y Consultatio Real Estate
Estudios. Licenciado en Economía (UCA) y Master of Arts in Quantitive Economics (Universidad East Anglia, Inglaterra).
Negocios. Tiene operaciones en la Argentina, Uruguay y los Estados Unidos. Es creador de Nordelta, Puertos en Escobar y los complejos Oceana en Key Biscayne y Bal Harbour, dos importantes proyectos de vivienda en Florida.
Proyectos. En 2022 presentó Oceana Puerto Madero, sobre el dique 2.Tiene dos proyectos en el Bajo: las tres torres de Catalinas Río en Madero y Huergo 475.
Arte. En 2001 donó más de 220 obras de arte para la fundación del Malba, que alberga y exhibe más de 700 obras de importantes artistas de la región. Por año visitan el museo más de 500.000 personas.
José Del Rio