"El gasoducto Nestor Kirchner ya está en marcha”, dice la locutora, con sonidos de percusión de fondo e imágenes de obreros trabajando. Las imágenes son de archivo. El aviso es mentira. Para colmo, las obras fueron “inauguradas” por Alberto Fernández hace un mes en Vaca Muerta.
El pequeño detalle es que aun no se firmó la adjudicación de la primera licitación. Esto explica la renuncia, esta semana, de Antonio Pronsato, la persona al frente de la unidad ejecutora dentro de IEASA (ex ENARSA) la empresa estatal encargada de realizar el gasoducto que aun está en pañales.
Pronsato fue interventor del ENARGAS entre 2007 y 2015. Por entonces, era un hombre de Julio De Vido. Se sumó a la gestión de Alberto para asesorar al presidente de IEASA, Agustín Gerez, un versátil abogado santacruceño que también pasó de De Vido a La Cámpora.
La excusa formal de su renuncia se enmarcó en el “empoderamiento” de Martín Guzmán, pero lo cierto es que Pronsato se cansó de las dilaciones en el avance del proyecto. Cuando el Presidente llegó al gobierno -ponele- el gasoducto que unirá Neuquén con Salliqueló tenía un costo de 800 millones de dólares.
A mediados del año pasado Fernández bautizó Néstor Kirchner al gasoducto y (¿en su honor?) pasó a costar 1.600 millones de dólares. Desde que se anunció la obra hasta que se publicó el decreto pasaron ocho meses, demora que los funcionarios albertistas atribuían a la puja con los funcionarios camporistas para lograr el control del negocio.
En este rincón el secretario de Energía,el neuquino Darío Martínez intentaba quedarse con la obra y, en el otro rincón, Agustín Gerez controlaba las licitaciones. Finalmente ganó Gerez por nocaut técnico y la obra se hará bajo la órbita de IEASA. Así las cosas, en abril se anunció el gasoducto y se publicó el primer decreto.
Hasta hoy lo único concreto es la licitación de la adquisición de los tubos con costura que llevarán el gas desde Neuquén a Buenos Aires. El ganador fue Tenaris Siat, del Grupo Techint, y quedaron fuera un par de empresas chinas que llegaron de mano de La Cámpora. Pero aún no se firmó el contrato de adjudicación para la empresa de Paolo Rocca.
Hay quienes ven a La Cámpora detrás de esta demora; otros creen que se debe a que el Banco Central no tiene los dólares para pagarle a Tenaris el anticipo con el que encarga la chapa a Brasil para luego construir los tubos en su planta de Lanús.
La empresa ya advirtió que pasarán al menos cuatro meses desde que reciban los dólares hasta que la chapa llegue, pero nadie parece demasiado apurado. Tampoco se realizó, es obvio, la licitación de la obra civil para instalar los caños y los pliegos están ocultos. Lo que se presenta en principio como un largo caño desde Vaca Muerta ha ido mutando, como una partícula cuántica: en un principio la obra iba a realizarse en dos tramos que -como una pareja corriendo en la playa en cámara lenta- se unirían a mitad de camino.
Los candidatos, en ese caso, eran obvios: SACDE, la constructora de Marcelo Mindlin, y Techint Ingeniería en Construcciones, de Paolo Rocca. Guzmán y Martínez dormían tranquilos hasta que el kirchnerismo se propuso ampliar las partes del caño a cuatro, con la idea de sumar a Cristóbal López.
Guzmán contratacó con una serie de exigencias técnicas y pedido de antecedentes en la licitación que excluían al hombre de Rada Tilly. Luego los K volvieron a la carga proponiendo una división en seis tramos con un máximo de cuatro grandes empresas con un alto nivel de exigencia y un par de tramos de obra menores argumentando la participación de las pymes. S
e sigue mencionando a Cristóbal y también a la firma Contreras. El Gobierno dice que la obra tardará “si todo sale perfecto” unos catorce meses. “Pero nunca todo sale perfecto”, le explica a Clarín un ingeniero con experiencia.
Darío Martínez, el secretario de Energía, prometió que los pliegos para la obra civil se presentarían la semana que viene, con lo que la obra se estaría adjudicando en julio y comenzando en agosto. Contando los famosos catorce perfectos meses el gasoducto Néstor Kirchner estaría terminado en octubre de 2023, con lo cual Alberto deberá pasar un invierno (para colmo en un año electoral) sin el gas de Vaca Muerta.
“¡¡¡Y encima se lo vamos a dejar a los que vienen!!!”, se exaltó una fuente cercana al albertismo.