Antes que nada, repasemos el panorama financiero y veamos qué hacer con nuestra cartera de inversiones. Si usted es un inversor que sigue las sugerencias de esta página habrá visto que venimos acertando lindo y parejo. Hicimos un muy buen deal cuando apostamos al morrón y después salimos ni bien el kilo tocó los 800 puntos básicos, para luego comprar futuros de cebolla a 100 manguitos el kilo. Pasados unos días, sugerimos vender este commodity (había subido 30% en dólares), tomar ganancias y quedarnos en cash a la espera de las oportunidades que siempre ofrece el plan antiinflacionario de Feletti. Cuando no se le escapa el morrón, se le escapa la berenjena.
También alertamos sobre el peligro de colocar la ganancia en pesos a plazo fijo tentados por la suba de la tasa de interés con la que los inútiles que nos gobiernan pretendían seducirnos. A papá gorila con banana verde, no. Era obvio que el dólar iba a despegar. Los que mordieron el anzuelo y se colocaron en pesos, marcharon. Los que siguieron nuestros consejos, compraron los dólares el lunes a 195 y el viernes ya estaba entre 204 y 206. Aguanten y no vendan. No sé si este año llegaremos a 308 pero seguro que, de aquí en más, va a ser todo Peugeot.
Ahora es momento de mirar los mercados con cautela. Si usted es un inversor con un perfil conservador haga la plancha en dólares. Y si usted quiere tomar algún riesgo, tiene que estar bien atento a los movimientos del secretario de Comercio. Donde él ponga el ojo, seguro llegará tarde y el commodity va a aumentar. Entre que Feletti pone el ojo y el commodity se dispara, se produce ese hueco por donde nosotros tenemos que meternos para hacer la diferencia.
Atención que esta semana se abre una ventana de oportunidad con el brócoli y el coliflor que vienen con tendencia alcista y todavía nadie se avivó (mucho menos el que te jedi). Es un negocio rápido. Hay que comprar mañana lunes y en cuanto usted ve que el brócoli toca los 350 mangos, vende todo, sale gritando el gol, le agradece a Feletti, al Instituto Patria, se besa los tatuajes que tiene en las muñecas, se persigna, manda un besito al cielo para Néstor, compra dólares y se vuelve tranquilo a casa.
Así de a poquito, semana a semana, vamos a ir haciéndonos un canuto. En el fondo, es fácil hacer guita en la Argentina kirchnerista. Algunos se la ganan con el despilfarro de cargos públicos que hace La Cámpora y otros nos la ganamos aprovechando las consecuencias que esa joda provoca en la macroeconomía. Lo importante es que así ganamos todos. Avanti morocha.
Dicho esto, corresponde sumarnos con alegría al evento que la Secretaría de DDHH del Gobierno Nacional ha convocado en la ex ESMA bajo el lema “Neoliberalismo Nunca Más”. Ya era hora de que el peronismo participara de un Nunca Más.
Sobre todo teniendo en cuenta que cuando fue el verdadero Nunca Más, el de Alfonsín, el de Strassera, el de Sábato, el de Fernández Meijide, los peronistas se hicieron los giles y miraron para otro lado. Pecados de un peronismo joven que en 1983 daba sus primeros pasitos. Tenía solo 37 años.
Sin embargo resulta curioso que habiendo tantas cosas a las que deberíamos decirle Nunca Más, como por ejemplo a la corrupción o a la manipulación de la Justicia, el gobierno de Alberto haya elegido el Nunca Más al Neoliberalismo. Por supuesto, es un Nunca Más muy interesante, pero tal vez un poco inconveniente para este gobierno. Repasemos algo de historia que siempre es hermoso. Veamos.
No hay ninguna duda de que el emblema del gobierno neoliberal por excelencia en la era democrática fue el de Carlos Saúl Menem (1989/1999) con su superministro Domingo Cavallo. Por supuesto, (digamos esto en voz bien baja para que no se angustien los pibes para la liberación) estamos hablando de un gobierno peronista, con escudo del PJ, acompañado por el 95% de los dirigentes peronistas actuales. Dejamos afuera a un 5% que pegó el portazo bajo el liderazgo de Chacho Alvarez, Juan Pablo Cafiero (the father of the Chancellor) y algunos pocos más.
El primer ministro de Economía de Menem en 1989 fue Miguel Roig, un sobresaliente ingeniero que al momento de ser convocado para el cargo era el vicepresidente de Bunge y Born, la más grande multinacional argentina de aquellos tiempos. De ahí que el primer plan económico de Menem se llamó Plan BB. Lamentablemente, Roig falleció a los cinco días de asumir y fue reemplazado por Néstor Rapanelli, otro alto ejecutivo del mismo grupo económico.
El Plan BB fracasó rápidamente y todo desembocó en un caos hasta que finalmente en 1991 apareció Cavallo y su famosa convertibilidad. El inolvidable uno a uno. Al toque fueron privatizadas YPF, Aerolíneas, Entel, Segba, Gas del Estado y Ferrocarriles Argentinos, entre otras joyas de la abuela.
Acá hay que explicar que aquel gobierno peronista de Menem no solo fue apoyado por casi todos los gobernadores, intendentes y sindicalistas del peronismo sino tambien por los Alsogaray (padre e hija) y toda la UCeDé. Desde el Big Bang hasta hoy, nunca hubo nada tan Neoliberal en toda la Vía Láctea. En otras galaxias puede ser, pero en esta fueron la estrella más brillante.
Lo divertido del asunto es que mientras Carlos Menem estaba en el escenario con la batuta y la orquesta, en la primera fila estaban sentados los aplaudidores de la época: Néstor, Cristina, Alberto, Parrilli y muchísimos de los que hoy son parte de la epopeya falsoprogresista.
En el caso específico de la privatización de YPF, como tantas veces hemos contado, fue una gesta personal de Néstor y Cristina. El miembro informante del bloque peronista en el Congreso Nacional fue el entonces diputado Oscar Parrilli. Sí, el mismo muchacho que escuchamos en las grabaciones telefónicas con Tangalanga.
Dijo el diputado Oscar Parrilli el 23 de septiembre de 1992, durante la exposición en la que pidió (y logró) la privatización de YPF, la empresa más grande del país: “No venimos a esta sesión arrepentidos de lo que fuimos, no sentimos vergüenza de los que somos y tampoco venimos a pedir disculpas por lo que estamos haciendo… este proyecto va a oxigenar a nuestro gobierno y va a representar una bocanada de aire puro que fortalecerá al Presidente Menem” (Cámara de Diputados, copia taquigráfica). Ni Martínez de Hoz se animó a tanto.
Lo divertido del recuerdo es que esta misma gente es la que ahora está en el Instituto Patria organizando un Nunca Más al Neoliberalismo. Y lo hacen en la mismísima ESMA donde ocurrieron los hechos por los que en 1983 se llevó adelante el verdadero Nunca Más, con el que los kirchneristas se llenan la boca pero del que jamás participaron.
¿Para qué sirve recordar esto? Para entender hasta dónde son capaces de llegar y para que nadie se sorprenda de lo que hace Cristina, como la rascada que hizo esta semana en el Senado y el Consejo de la Magistratura.
Esto que hacen hoy es lo mismo que hicieron ayer. Con la misma trucha que llevaron adelante las políticas neoliberales en los 90 ahora van a la ESMA y te hacen un Nunca Más al Neoliberalismo. Borrón y cuenta nueva. Chantas geniales que se animan a todo.
Amigo lector, nosotros también tenemos que animarnos y aprovechar las consecuencias de este mamarracho para hacer nuestro canuto. Esta semana hay que invertir en brócoli, hacer la diferencia, y luego todo al dólar. Usted se preguntará ¿cómo vamos a hacer para blanquear las ganancias? Igual que ellos: vamos a comprar hoteles e inventar facturación. ¿Y cómo vamos a hacer para zafar de la justicia? Igual que ellos: vamos a tratar de controlarla metiendo buchones propios por la ventana del Consejo de la Magistratura y tratando de agregar jueces amigos en la Corte. Usted me dirá, ¿y comprando morrones y tomates vamos a juntar semejante guita? No pregunte tanto, amigo lector. Ya veremos.
Néstor arrancó con mucho menos.