Opinión 06/03/2022 16:27hs

No toca botón

Ofrecerle a Putin que Argentina sea la entrada de Rusia a Latinoamérica no es más que un simple argumento de venta de los tantos que Alberto solía usar en la concesionaria. Por Alejandro Boresztein

No toca botón

Antes que nada, felicitamos a la hinchada del Deportivo Putin por el paso arrollador con el que arrancó esta nueva campaña. Vaya desde aquí nuestra congratulación para Maduro, Cristina, Ortega, Máximo, Bolsonaro, Alicia Castro, el departamento en el Kavanagh de Alicia Castro, Trump, La Cámpora, Cecilia Nicolini, la segunda dosis de la Sputnik que va a traer Cecilia Nicolini, Irán, los barba candado de C5N, Corea del Norte, Zaffaroni y tantos otros hinchas del astro ruso.

También felicitamos a los medios kirchneristas por el esfuerzo que están poniendo en explicarnos que los regímenes autoritarios de EE.UU, Canadá, Portugal, España, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Suiza, Grecia, Croacia, Polonia, Rumania y demás dictaduras occidentales arrinconaron a la democracia de Putin y no le dejaron más alternativa que invadir Ucrania y asesinar a su población.

Nosotros, los hinchas del Club Atlético Democracia y DDHH, reconocemos el triunfo parcial de nuestro tradicional adversario con la tranquilidad de saber que el fútbol siempre da revancha.

Dicho esto, arrancamos la temporada N°15 de esta página 2 de los medios hegemónicos con la misión de hacer un poco más llevadera la realidad nuestra de cada día y de intentar aportar siempre una mirada optimista de los hechos. Ejemplo: a pesar de la crisis que vive el país debemos valorar que, en la Argentina de hoy, con un solo billetito de mil mangos te podés comprar hasta cuatro billetes de un dólar y encima te sobra plata para 10 boletos de bondi en el AMBA. Con este simple dato sintetizamos el estado de la Nación y la historia económica de los últimos 20 años. El resto es letra chica para economistas.

En tren de seguir pensando en positivo y viendo la barbarie que desató Putin, podríamos decir también que las bestias peludas que nos gobiernan, las que nos gobernaron y las que nos van a gobernar en el futuro, son comparativamente adorables.

Si bien nuestros dirigentes se autoperciben poderosos, épicos, enérgicos, visionarios, patriotas y todo eso, los que la vemos de afuera, los que salimos a laburar todos los días y los que garpamos impuestos, sabemos que no es para tanto. Se hacen los grandes estadistas, pero se les ve la costura por todos lados. Ni hablar cuando van al arco.

PUBLICIDAD

De hecho, el “presidente” Fernández volvió de su gira por Rusia y China y metió una de sus máximas (textual del 12 de febrero): “No pretendo imponer un régimen maoísta en la Argentina”. Vamos, seamos sinceros ¿Quién va a creer que un tipo que no pudo rajar a Luana Volnovich ni al novio de Luana Volnovich va a poder imponer un régimen maoísta? En todo caso, más que “maoísta” podría ser “meoísta”, teniendo en cuenta que se la pasan meándonos en la cabeza.

La oferta de Alberto a Putin para que seamos la puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica tampoco es algo que haya que tomar seriamente. Son esas cosas que él acostumbraba a decir en la mesa de café con los muchachos de la concesionaria. Si lo presionás para vender, el tipo vende. No más que eso. No da para preocuparse.

Tal vez Cristina genere cierta preocupación, sobre todo viendo su conducta del martes en el Congreso, pero tampoco es para tanto. No le pasa nada que no pueda resolverse con alguna medicación. Hoy en día la medicina hace milagros.

Y del otro lado tampoco hay mucho para inquietarse. En las últimas semanas el expresidente Macri fue acusado por Verbitsky de pretender organizar una invasión militar a Venezuela mientras Página 12 lo acusa de comandar una Gestapo. Al mismo tiempo, un grupo de militantes kirchneristas denunció que Macri planeaba llevarse el agua de Lago Escondido a EE.UU. en sociedad con el multimillonario Lewis y el Gobierno nacional lo acusa de organizar con el FMI lo que ellos denominan “la mayor estafa de la historia argentina”.

Amigo lector, con una mano en el corazón: si el Gato hubiera tenido los conocimientos y la capacidad de organizar tan sólo el 10% de lo que le endilgan, el país andaría fenómeno, Cristina no hubiera vuelto nunca más y los kirchneristas serían solo una comparsa de trasnochados balbuceando chavismo en Parque Centenario. En lugar de eso, las geniales políticas de Macri y su mejor equipo en 50 años lograron que ahora sean una comparsa de trasnochados balbuceando chavismo, pero en la Casa Rosada.

Ahora el gobierno está muy ofendido porque los diputados del PRO se levantaron de sus bancas mientras hablaba el “presidente”. Se olvidan que el día que asumió Macri en 2015, los diputados kirchneristas directamente se negaron a bajar al recinto y dejaron vacía la Asamblea Legislativa por orden de Cristina y del entonces jefe de bloque, el diputado Recalde. O sea, Macri todavía no había asumido y los mismos que ahora se ofenden, vaciaron el Congreso Nacional donde estaba jurando un presidente democráticamente elegido por los argentinos. No hay derecho al pataleo. A llorar a la Iglesia.

Tampoco pueden ofenderse los del PRO por las cosas que dijo el “presidente” sobre el endeudamiento. Por lo menos dijo algo. Sarasa de barricada, pero algo. Si el gobierno de Macri hubiera explicado bien clarito y con todos los detalles las razones por las que salió corriendo a buscar la ayuda del FMI y luego hubiera informado detalladamente en qué se gastaba cada dólar, el relato kirchnerista no hubiera tenido lugar. Bailando y cantando el gobierno de Cambiemos fue buenísimo pero a la hora de hablar y explicar en tiempo y forma con datos y argumentos, fueron una catrasca. Y ya se sabe que en política no hay espacios vacíos. Lo que no ocupa uno, lo ocupa el otro. Ahora es tarde. A llorar a la Iglesia.

Esta es la realidad que tenemos y con esto habrá que arreglarse. Solo debemos estar atentos a que nuestros principales dirigentes no cumplan su anhelo de incendiar el país y llevarnos a la peor confrontación. Fuera de ese detalle, hay que dejarlos que jueguen. Son comedia. Por supuesto, hemos conocido comedias mejores y nunca tan oportuno este momento del mundo para recordarlo. Hagamos historia.

Luego del suceso que significó el Capitán Piluso, a finales de los años 60 y dentro del ciclo Operación Ja Ja, el Negro Olmedo metió otro hitazo: Rucucu, el mago ucraniano. Si, amiga lectora, el mago Rucucu era ucraniano.

El personaje rompió lo que en televisión se denomina la cuarta pared y empezó a mostrar lo que pasaba detrás de cámara. Técnicos, apuntadores y asistentes eran expuestos al aire por el genial mago que jugaba con ellos y nos hablaba imitando el acento ucraniano. Finalmente agarraba la lente de la cámara y le pedía al televidente que no tocara el botón del televisor (años después el control remoto) y no cambiara de canal. “No toque el botón” en ucraniano se decía “no toca botón”. De ahí viene lo que luego se convertiría en el inmortal título del programa más exitoso del querido Olmedo.

Años después, aparece el comediante ucraniano, humorista político y ahora presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. En esta página venimos hablando de él desde que en abril de 2019 lanzó aquel cinematográfico desafió al ex presidente Poroshenko para debatir en el Estadio Olímpico de Kiev antes del ballotage que lo consagraría ganador.

Tan lejano geográficamente y tan cercano en el sentimiento. Es un poco Olmedo y un poco Tato y sobre todo es un presidente con unos cojones como pocas veces vimos.

Desde algún lugar de Moscú, Vladimir Putin desató el horror y amenaza al mundo con tocar el botón. Esperemos que desde algún lugar del Universo, nuestros queridos comediantes se lo impidan.

Esta vez no va a ser fácil divertirnos pero igual vamos a intentarlo. Es un placer estar de vuelta.

Empezó la temporada.

Más de Opinión