Salís por Aerolíneas desde Ezeiza. El pasaje sale 206 mil pesos por persona si lo sacás con un año de anticipación, si no, van desde los 372 mil a los 512 mil. En 9 horas estás en Cancún. Pero no te quedás en Cancún, ahí va cualquier medio pelo, vos seguís.
A Enrique Giangiácomo (75), en Chivilcoy, en marzo del año pasado le diagnosticaron un tumor en el cerebro, operable, no muy agresivo pero el médico determinó que por la edad y otras cuestiones debía hacerse una operación lararoscópica. Después de semanas de trámites, PAMI autoriza una operación común. Javier, su hijo, vuelve a presentar todos los papeles que decían que esa operación no era la indicada. Cansados de la burocracia, y ante el agravamiento del estado de Enrique, deciden operarlo en forma privada sin ninguna intervención de PAMI. Enrique falleció el 18 de julio. Todavía no salió la resolución de PAMI por la operación. A pesar de todas las veces que Javier fue a la agencia, no recibieron nada de reintegro.
Desde Cancún tomás un taxi que sale 100 dólares y en menos de 3 horas estás en Chiquilá. Ahí tomás el ferry por 7 dólares. Si lo querés más exclusivo, tomás una lancha particular que te lleva a la isla. Sí. Porque vas a una isla.
Meses más tarde, la viuda de Enrique recibe una carta para que se presente en Anses. La operación que tuvieron que pagar de su bolsillo y los servicios fúnebres les crearon problemas económicos. Por eso, entusiasmada, se presentó pensando que era el trámite de la pensión. Al llegar entendió: la hicieron sentar en un acto político de autocelebración de PAMI y ANses
En 20 minutos estás en Holbox. Y al llegar te tomás un carrito de golf, porque al paraíso al que llegaste tiene los vehículos prohibidos. Las calles son de arena. El pueblito tiene no más de 3000 habitantes.
Cuando le dijeron que tenían que amputarle una pierna, José Luis Porta (64) dijo que no. Ya era paciente cardíaco y con prótesis de carótida y arteriopatía. Tres sicólogos le dijeron que era la única forma de seguir viviendo y que en su casa iba a tener todos los cuidados necesarios. PAMI, claro. José Luis entró en fuerte depresión. Su esposa, María Viaggio (73) hizo los interminables trámites. Lo único que consiguió fue -y sólo por gestiones de un conocido -que una psiquiatra vaya una vez por mes. “No se puede levantar porque le falla la única pierna que tiene. Cuando conseguís turno, la ambulancia de traslado no aparece. Llamamos y encima te cargan. Cobramos la mínima y alquilamos. No puedo llevarlo en remis ni a vacunarse contra el covid. Pedimos andador, sillas de ruedas, ni bola” escribió en diciembre María a Pami. La respuesta fue “Hola, comprendemos y lamentamos la situación pero ¿cuál sería tu consulta en concreto?”.
Llegó la hora de buscar hotel en Holbox. Hay una oferta buenísima en Booking. Ocho noches por 2.597 dólares más 536 de impuestos. Eso sí, si vas a un viaje de placer con tu pareja, tenés la Suite Nupcial Tapanco, por 4.590 dólares más 948 de impuestos. Es el Luxury Eco Hotel Boutique Aldea Kuká. Sí, Aldea Kuká ¿No es un nombre precioso?
En enero del ’22 PAMI se vuelve a comunicar con María. Le piden que lleve adelante nuevamente todo el trámite de internación domiciliaria que no fue autorizado. María es una persona operada a corazón abierto y con los 45º de este verano le pedían que reiniciara el trámite ya iniciado hacía más de un año. Y más documentación. Por suerte le dieron un link para que viera los requisitos y poder descargar la documentación correspondiente. José Luis -al que nunca le cumplieron la promesa de la asistencia, lo que hace que su depresión se profundice- consiguió silla de ruedas y muletas. No por PAMI. La silla de ruedas se la prestó usada un ex combatiente. Las muletas las compró con su mínima jubilación, María. Una vez para hacer una consulta lo subieron a un multicarga como ganado. Ya no esperan la ambulancia para otras consultas que deberían hacer. Nunca, nunca llega la ambulancia.
Es la hora de mirar el atardecer en un mar transparente. Transparente, no te miento. El sol pasa de un amarillo intenso a un naranja translúcido. Se funde en el mar y todo parece un cuadro de la película “Encanto”. Hermosa la vida, de verdad, hermosa.
Ana María Martínez, contenta, inició por internet el trámite para conseguir pañales. Tardaron, pero finalmente le llegó la contestación. Podía ir a buscarlos. Fue a Farmacity pero al llegar a ventanilla le dijeron que les figuraba que el trámite no estaba iniciado. Hace el reclamo ante PAMI. Le piden disculpas. Le dicen que ahora puede ir a buscarlo. Vuelve a Farmacity en donde ya estaban hasta contentos de poder darle los dichosos pañales. Pero cuando entran en la página de PAMI sale un cartel rojo que dice “Error” y no, no consigue que le den los pañales. Entonces Ana María fue a PAMI 8 (Avenida Belgrano, CABA) personalmente y le dicen que el trámite está bien, que no saben qué pasa, que busque en otra farmacia. Pide entonces un listado para ahorrarse un tour por las boticas de la ciudad y le dicen que la pida en mesa de entrada. Todavía recuerda Ana María la cara que pusieron en la mesa de entrada cuando le dijeron: “¿Listado? No, ¿Qué listado? Vaya a cualquier Farmacity que entregan”.
El pueblito en Holbox es la tranquilidad absoluta. Si querés podés comer económico. Un ceviche de camarones o pulpo por 14 dólares. Un filet relleno, 15 dólares. Sencillito, para el mediodía. Eso sí, para la cena, “la” comida de la isla: la pizza de langosta. Te recomiendan “Edelyn” frente a la plaza principal: 28 dólares. Te comés el mar, digamos.
Velia Marcos, 93 años, diabética, ciega, con dos dedos del pie amputados vive en Mar de Ajó, donde desde diciembre del ’21 no hay clínica para atenderse. La Clínica Porres, con paredes descascaradas y colchones rotos, dejó de trabajar con PAMI. El médico le recomendó de forma urgente una cámara hiperbárica. PAMI la autorizó con traslado recién el 8 de febrero. Cuando con su hija Roxana vieron llegar la ambulancia que la llevaría todos los días durante dos semanas a Mar del Plata, temblaron. Era una combi disfrazada con 9 ancianos más, con distintas patologías. Subir a Velia fue un drama. Sin cinturón de seguridad, bajo la lluvia 190 kilómetros hasta Mar del Plata. Cuando llegó supo que no quería volver a su casa en esa combi. Pero había que esperar hasta la noche a que atendieran al último anciano. Volvió en remis que pagó Roxana. Llamaron al PAMI renunciando a la combi que se autopercibía ambulancia. Dos días estuvo Velia con dolores y nervios. “Prefiero la muerte antes que recibir semejante destrato”, escuchó Roxana decir a su madre.
Es el momento de las excursiones en Holbox: la del tiburón ballena, la de la bioluminiscencia o el tour de Cabo Catoche, a 43 kilómetros donde se encuentran el Mar Caribe y el Golfo de México. Hay playas vírgenes, nadás con delfines, con tortugas, hacés snorkel y podés pescar con cordel para hacer tu propio ceviche fresco para el mediodía. Toda la excursión por sólo 273 dólares por persona. Seis horas increíbles.
Pero no sólo la clínica de Mar de Ajó donde iba Velia dejó de atender. Los médicos que trabajan allí ya no lo hacen por PAMI, o sea que Roxana -vive en CABA- tendría que ir al hospital de Mar de Ajó a sacar un turno a las 4 de la mañana. Prefiere pagar la consulta. No todos los calmantes son pagados por PAMI y sólo una caja de antibióticos por mes, siendo que Velia usa dos por semana.
Y claro, la diversión nocturna. Empezás la terraza del Bar Arena con un cócktel de frutas tropicales. Bajás por la calle Tiburón Ballena y entrás en El Mezcalito. No más de 20 dólares el tequila. Y terminás en la misma calle, en el Tiki Tiki, con un buen Seafood Tamal por 15 dólares. ¿A quién hay que agradecerle tanta maravilla?
Aníbal Musulmán, con 92 años, el 24 de agosto pasado llegó de trabajar a su casa en Mataderos y se sintió mal. Por eso su hija Adriana llamó al PAMI. Eran las 6 de la tarde. Volvió a llamar. Y volvió a llamar. Y volvió a llamar. El médico llegó a las 22, lo miró superficialmente, le dio un decadrón y le dijo que al día siguiente iba a estar bien. Se equivocó feo. Al mediodía del 25, Adriana se volvió de su trabajo porque su papá se descompensó. No consiguió ambulancia de PAMI así que llamó al SAME y con el SAME pudo trasladarlo al hospital Santojani. Murió el 26, tenía neumonía bilateral que el médico quiso curar con un decadrón.
Y si tenés que buscar algún regalo para algún funcionario amigo, Negromaco, productos de madera, piel, plumas, caracoles. Todo bien barato, nada más allá de los 15 dólares. O el Local Euforia, donde podés armar todo tu armario de verano. Holbox, reconstrucción argentina.
Vanessa Alvarado pidió a fines de diciembre con urgencia en Berazategui que alguien medicara a su mamá Graciela, hipertensa, con 260 de glucosa en sangre y con deterioro. La situación era grave y la urgencia, evidente. Bueno, evidente para todos menos para PAMI cuya respuesta fue, a fines de enero, un mes después, “pida un turno”, que fue lo que Vanessa intentó hacer llamando a muchísimos lugares pero sólo conseguía para junio, julio y agosto. ¿El resultado? El tan habitual. Pagar de manera particular. Ahí se fue la jubilación mínima de Graciela. En el Centro CENI de Quilmes pretendían que la señora, con todos esos problemas de salud, fuese personalmente a abrir su historia clínica. Si en vez de PAMI era de otra obra social, se puede hacer por wasap o por teléfono. Tampoco para tomografía computada o resonancia magnética los turnos se los dan por teléfono. Todo personalmente.
A 30 minuto de Holbox está Yalahau, un manantial de aguas cristalinas. No hay muchos lugares más lindos en el mundo, de verdad. Quizás Carla o Ceci que anduvieron por la Plaza Roja y por La Habana puedan contar de esas bellezas, o Mario y Axel que caminaron por la Muralla China o Juan que conoce Barbados de una punta a la otra pero como Yalahau no hay. ¿Sabés por qué? Porque es “La fuente de la juventud” y la verdad. ¿Quién quiere ser viejo en Argentina?
Walter Dutto (61), en Pigüé, con una rara variedad de Alzheimer, no tiene un absoluto función ejecutiva. Necesita ser asistido en sus necesidades. A lo largo de su vida, durante 34 años, aportó con buenos sueldos y ahora tiene la maldición de tener una jubilación de 115.000 pesos. A pesar de contar con un obvio Certificado Único de Discapacidad no consigue ningún tipo de asistencia por parte de PAMI. Silvia, su mujer, viendo lo rápidamente progresiva que es la enfermedad ya está buscando un abogado. Haber aportado bien a lo largo de su vida se convirtió en una condena.
Holbox es una pequeñísima isla de 40 kilómetros de largo y 2 de ancho. Son 34 kilómetros de playa de la arena más blanca y limpia que te imagines. O no, mejor no te podés imaginar. Está de moda, pero, por suerte, no para cualquiera.
A lo largo de la semana pedí testimonios de afiliados PAMI en las redes. Después, me comuniqué con quienes me contestaron, para obtener más datos y la confirmación de las identidades. Fue apabullante.
Hubo, hay que reconocer, algunas historias de finales felices, como las de Guillermo Ceppi en el Tornú, pero son escasas. Escogí algunas pocas sólo porque la totalidad era de una tristeza inconmensurable y porque, además, muchos -la mayoría- no se animaban a dar su nombre y apellido real porque tienen miedo. ¿Se entiende?
Tienen miedo de las represalias que puedan presentar los funcionarios de la obra social del estado que debería cuidarlos en los últimos años de sus vidas.
El denominador común: maltrato, burocracia, maltrato, dilaciones, burocracia, maltrato, más dilaciones.
Aquellos que pueden, se saltan el cerco y terminan haciéndose los estudios y hasta las operaciones de manera privada.
Es lo que le pasó a Graciela F. a quien desde 2019 no le calibran los audífonos, dos veces le perdieron los pedidos de calibración y la terminó pagando de sus bolsillos y está viendo qué pasará con los insumos, el filtro del micrófono, las pastillas deshumidificadoras, después de soportar el maltrato profundo en su agencia. O a Sara Contreras, que hace dos años que no le permiten hacerse controles que la tienen con taquicardias, desmayos, picos de presión y hasta ataques de pánico sin que su doctora asignada le dé importancia y sólo le diga “ya va a pasar” o “no hay disponibilidad”.
Esta semana les llegó a los afiliados un mail diciendo que ahora se pueden elegir especialistas. Lo anunció el dueño de Dylan en conferencia de prensa, con la turista Volnobeach a su lado. Sin embargo, dicen los afiliados que cuando entran a la cartilla no ven ningún cambio. Los remiten a los mismos lugares de siempre. Con un agregado: todos hospitales de Ciudad de Buenos Aires.
No sólo están transfiriendo colectivos a la ciudad. También pacientes de PAMI.
“Que lindo ver a Yolanda y sus amigas encontrarse y disfrutar de las termas de Colón y Mardel con #PreViajePami” tuiteó Volnobeach y se fue a Holbox en la más explícita explicación de lo que es la casta de beneficiados kirchneristas.
Eso sí, venite a Holbox en pareja. Es re romántico. Si tu pareja es, como vos, puesto a dedo y por ir juntos dejan acéfalo al curro que les tocó como premio a tanta militancia, no te preocupes. No pasa nada.
En el Instituto Patrea estaba enojadísimos por la falta de vergüenza de Luana Volnovich y su pareja y segundo en el PAMI, Martín Rodríguez.
El padre de Dylan estaba enojadísimo.
Los viejos de La Cámpora, también, todos enojadísimos.
Y no pasó nada.
Para completar la burla, Luana dijo: “Me tomé vacaciones después de dos años y usé pasajes que se me iban a vencer”.
¿Les dicen ustedes o le digo yo?
No sólo los pasajes, Lu.
Vos, tu pareja Martín Rodríguez, el padre de Dylan, la dueña del padre de Dylan, los viejos de la Cámpora y la caterva de pro putines del gobierno ya tienen fecha de vencimiento.
Y quizás tuviste una buena idea, profética.
En lengua maya, Holbox quiere decir “Agujero negro”.
Es lo que les espera.