El amor prohibido de Mara: se enamoró a los 18, su mamá se interpuso y 40 años después lo fue a buscar
Mara y Jorge protagonizaron una historia de película. Tras rehacer sus vidas, casarse y tener hijos, se reencontraron para confirmar un amor que había quedado en pausa.




Mara aún recuerda que tenía 20 años cuando, parada detrás del umbral del estudio de abogados en el que trabajaba, Jorge la miró y le dijo que lo mejor era separarse.
Se habían conocido dos años antes en un “asalto” en la casa de ella. Esa noche, Jorge acompañó a un amigo. “Eran 10 minutos, pasábamos y nos íbamos. Cuando entré escuché la risa de una chica y la busqué. Era ella. Me preguntó de qué signo era y le dije que cumplía el 13 de noviembre. No podía creer que los dos habíamos nacido el mismo día”, expresó él.
Una serie de encuentros confirmó el flechazo inicial: un amor a primera vista que los unió para siempre. Mara y Jorge pasaban sus días caminando de la mano por las calles de la localidad bonaerense de Mercedes. “No sentábamos en la plaza y charlábamos. No había mucho para hacer”, recordó ella, en diálogo con TN.
A pesar de que se amaban y disfrutaban el tiempo juntos, que Jorge no estudiara (mientras Mara culminaba sus estudios para ser maestra de grado) fue motivo suficiente para que la mamá de Mara expusiera su ultimátum: “Lo tenés que dejar, este chico no tiene futuro”.
Se despidieron en la puerta del estudio de abogados en el que Mara trabajó durante años como secretaria. Él juró no volver a buscarla y ella aceptó el consejo de su madre.
El abogado y titular del estudio que empleaba a Mara la vio llorar y le preguntó qué le pasaba. Al conocer las razones la aconsejó: “Cuando se cierra una puerta se abre un portón”.
Mara, con 20 años, dio lugar al interés de Oscar, su jefe, de 38, y comenzaron una relación que incluyó un casamiento, tres hijos, viajes por el mundo y una vida repleta de momentos de alegría y felicidad. “Jorge estaba muy bien. Trabajaba y se vestía muy elegante, pero mi mamá decía que no tenía futuro con él. Y antes si no estudiabas te miraban con otros ojos”, recordó Mara.
“Me casé con Oscar a los 20 años y Jorge apareció en la puerta de la iglesia. Un primo mío lo tuvo que sacar porque quería ingresar e impider el casamiento. Fue todo una locura”, agregó la mujer de 76 años.
Aquel sucesó marcó el final de los encuentros casuales entre Mara y Jorge. En un pueblo chico sabían que no iba a ser difícil encontrarse, por lo que Jorge decidió irse de Mercedes y comenzar diferentes vidas en Buenos Aires, Mar del Plata y más tarde en Chivilcoy.
“Todos los 13 de noviembre él me llamaba a mi casa. Siempre llamaba él. Nos saludábamos, hola y chau, le preguntaba dónde estaba y cortábamos. Yo me despertaba en mi cumpleaños y esperaba que sonara el teléfono para hablar con él”, contó Mara.
Jorge rememoró: “Hasta que un día la llamé, me atendió otra mujer y me dijo que no podía hablar. Que me comunicara nuevamente en cinco minutos. Volví a marcar y me respondieron que no estaba, que se había ido a hacer un mandado. A partir de ese día no la llamé más”.
Mara expicó que aquella mañana no lo atendió por una dolorosa razón: “Mi marido estaba muy enfermo y sentí culpa de atenderlo. Esto fue un 13 de noviembre y Oscar falleció el 23. Estuve dos años sin saber de Jorge”.
El amor después del amor
Jorge continuó su vida como mozo en diferentes bares y restaurantes. En Chivilcoy conoció a una mujer con quien tuvo a su único hijo. A diferencia de Mara, que siempre le dijo la verdad a Oscar, él ocultó su amor y jamás dio indicios de la historia y los recuerdos que atesoraba.
“No lo quise atender porque tenía miedo. Miedo de irme con él. De charlar y que pasara lo obvio”, dijo Mara. Él agregó: “Claro, yo pensé que si no tenía cinco minutos para atenderme era porque no le interesaba más”.
Al quedar herido y ofendido, Mara debió acercarse a Jorge para volver a entablar un diálogo. Fue dos años después de aquella llamada trunca. Mara manejó hasta Chivilcoy y lo buscó en todos los restaurantes de la ciudad.
“Lo encontré a eso de las 20, solo, limpiando el mostrador. Me dijo que no tenía nada que hablar conmigo, que me fuera. Le pedí su teléfono y no me lo quiso dar. Así que le dejé el mío y a los pocos días me llamó”, expresó Mara.
Comenzaron a verse esporádicamente y Mara fue tajante respecto a lo que pretendía para el futuro: “No iba a permitir que jugáramos a dos puntas. Así que le dije que si quería que estuviésemos juntos viniera a vivir conmigo”.
Jorge, convencido de lo que debía y quería hacer, encaró a su exesposa y le comunicó su decisión: “Le expresé que era un amor diferente al que sentía por Mara. No merecía que la engañara porque es una gran mujer y una gran madre”.
Aquella secuencia ocurrió hace 17 años, la misma candidad de tiempo que Mara y Jorge llevan juntos como convivientes en la casa familiar que ella compartió junto a Oscar y sus hijos. “Hemos vivido estos años maravillosos, llenos de anécdotas y viajes. No tenemos una pelea y somos muy parecidos a la hora de convivir”, explicó Mara.
Jorge completó: “No perdimos el sentimiento, no perdimos el respeto hacia los demás. No tenemos porque sentirnos culpables de algo que es natural. Me enamoré, sigo enamorado, voy a seguir a seguir enamorado y te amo”.