Mario Alonso Puig brinda 5 claves para "cambiar el chip" y aprender a gestionar las emociones

Consejos del reconocido médico español para alcanzar un equilibrio entre el plano anímico, espiritual y físico.
  •  ”La libertad emocional es una conquista diaria”, dice Alonso Puig.  "La libertad emocional es una conquista diaria", dice Alonso Puig.
  • El médico español escribió más de 10 libros. El médico español escribió más de 10 libros.

Es sabido: lo que sentimos en el cuerpo tiene un impacto en nuestras emociones. Por poner el ejemplo más simple: si algo nos duele, nos enfermamos o estamos débiles, sentiremos nuestro ánimo por el suelo.

Sin embargo, el reconocido médico español Mario Alonso Puig, que se encuentra dando charlas y conferencias en el país, nos propone hacer foco precisamente en otra parte de esta interrelación que conforma nuestro ser: según concibe, las emociones tienen un impacto en nuestra fisiología.

En un video y en esta entrevista con Clarín, el conferencista explica que lejos de entregarnos a los vaivenes de nuestras emociones, muchas veces concebidas como una fuerza que nace desde adentro y de la cual no es factible escapar; podemos aprender a manejarlas.

Y así conseguir un bienestar integral, en un cuerpo concebido como un todo: con sus dimensiones psíquicas, emocionales, espirituales, y materiales.

¿Cómo aprender a manejar nuestros sentimientos y emociones? ¿Cómo responde la medicina ante dolencias físicas que tienen también influencias psíquicas? ¿En qué sentido podemos tomar distancia para cuestionar, y también mejorar, nuestras maneras de reaccionar? ¿Existen formas de entrenar esta capacidad? Son algunos de los interrogantes que abordó en la charla.

"No hay que negar las emociones, ni sentirse culpable por sentirlas", asegura el conferencista español que dará este mes charlas en el país.

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—Mucho se habla de la prevención de enfermedades, pero no del impacto que pueden tener las emociones en la salud. ¿Qué herramientas existen para que podamos aprender a gestionar las emociones?

—Primero, aclarar que existen herramientas, sin ninguna duda. Las emociones son creaciones, no simples reacciones.

Por ejemplo, al ver un animal peligroso, en ese caso mi organismo genera una reacción de miedo. Pero la mayor parte de las emociones no son por estas situaciones, la mayor parte de las situaciones de miedo no son generadas porque te vas a encontrar con una persona que te quiera atracar, o un animal peligroso que te quiere morder, son generadas por la propia mente.

Entonces, si es la propia mente la que los genera, no viene de afuera, viene de adentro, por tanto ya no son reacciones, son creaciones.

Tenemos que entender cuáles son las cosas que nos van a llevar por el sitio por el que no tendríamos que ir, porque empeoran esa disfuncionalidad afectiva: la primera es darle vueltas a las cosas, lo que se llama rumiación, la mente rumiante. Se sabe que esto no solo intensifica las disfunciones emocionales, sino que además las prolonga en el tiempo.

Y la segunda cosa que no tenemos que hacer es intentar embotellarlas, que quiere decir intentar negarlas. Vamos a suponer que una pareja tiene un altercado en la relación, y uno de los miembros empieza a tener sentimientos de odio hacia la otra persona. Pero no quiere tener esos sentimientos, entonces empieza a decir "yo no tendría que tener estos sentimientos, no son buenos". Aunque parezca que eso es favorable, no lo es, porque está intentando negar una realidad.

Es como si yo quiero negar que ahora es por la tarde, la realidad es la que es, y la realidad es que estoy sintiendo esa emoción. Es muy importante esto que ya describió Carl Gustave Jung: “lo que se resiste, persiste, y lo que se abraza, se desvanece”.

Es decir, si yo me digo “siento en este momento una ira contra mi pareja enorme, no me siento orgulloso, pero la tengo”, entonces no la voy a negar, tengo que aceptar que en este momento eso está sucediendo, y ese es el primer paso, porque si la niego, la intento resistir, me enfado conmigo mismo, entro a soltarme un speech de por qué no debo sentirme así o empiezo a darle vueltas, y la potencio.

—¿Y qué se puede hacer una vez que uno aceptó la emoción e intenta dejar de rumiar?

—Una vez que se hace esto, lo que hay que hacer es empezar a tomar distancia, se denomina “distancia de perspectiva”, y significa que cuando la emoción nos envuelve hay una parte de nuestra mente que todavía es libre, y esa parte de nuestra mente es la que nos va a ayudar a resolverla.

Entonces, se trata de empezar a observarnos sin juzgar:  fijarte lo que te pasa en la cara, que está tensa, y continuar de esa manera como si fueras un explorador, qué pasa con la respiración, empiezas a observar lo que está ocurriendo, como si lo quisieras describir en un diario.

Una vez que vas haciendo eso, irás notando cómo la percepción de lo que está sucediendo empieza a cambiar:  tu respiración, cómo empiezas a relajarte, lleva un tiempo porque hay que cambiar incluso una química, que se altera con las emociones disfuncionales.

Y luego, una de las cosas que yo invito a las personas cuando están más distanciados es a hacerse una pregunta: "¿De qué otra forma podría mirar esto?", entonces de alguna manera te estás sacando de una manera fija de ver las cosas, tenemos que recordar que hay una parte de nuestra mente que no está atrapada por el mundo emocional, porque si no no podríamos hacer este ejercicio, y a medida que vas haciendo esto y vas separándote empiezas a ver dimensiones diferentes de las cosas.

—¿Qué nuevas perspectivas puede brindarnos este cambio?

—Donde antes habías visto una ofensa, ahora puedes ver un descuido. Donde antes habías visto una intención de atacar, ahora puedes ver una intención de corregir. Y esto es poco a poco, lo que no podemos pasar es de ser analfabetos emocionales a ser unos grandes expertos emocionales en un momento.

Esto ocurre porque el mundo emocional es tan poderoso, que está conectado con el cuerpo, si fuera un simple pensamiento es cuestión de cambiar el pensamiento y ya está, pero el cuerpo ya se ha acostumbrado a reaccionar de una manera, y yo tengo que desaprender esa forma de reaccionar para poder responder.

Esto lo dijo muy bien un filósofo francés: “libertad es lo que tu haces con lo que te han hecho”. Pues claro, si yo no tomo esa distancia, si no tomo esa nueva perspectiva, voy a quedar totalmente envuelto. Ahora bien, la libertad emocional es una conquista diaria.

No tenemos que pensar que es una cosa simplona, lleva su trabajo, a veces lo haces mejor, a veces lo haces peor, pero poco a poco vas aprendiendo. Cuando dijo esto el filósofo estaba definiendo muy bien de lo que se trata: una persona que sabe gestionar sus emociones es libre para devolver algo diferente a lo que recibe.

—Usted es crítico respecto a la separación que solemos ejercer entre los procesos fisiológicos, los mentales y los anímicos, y los presenta como interrelacionados ¿Cree que solemos subestimar la conexión entre ellos, o se trata en cambio de un desconocimiento?

—Las dos cosas, primero hay un increíble desconocimiento, incluso he hablado con grandes profesionales de la medicina, les he explicado esto y no lo sabían. Y hablo de grandes profesionales, es decir, existe un gran desconocimiento sorprendente con la investigación que hay entre la conexión que existe entre los procesos físicos, fisiológicos, los procesos mentales y los procesos anímicos.

Pero no solo hay desconocimiento, sino que hay personas que lo niegan. Consideran que todo lo que representa la dimensión humana se puede entender exclusivamente a través de la materia, por lo tanto creen que la mente es una pura emanación del cerebro, que sin cerebro no hay mente, que sin cerebro no hay conciencia; entienden que el amor por una persona se puede explicar por un movimiento de moléculas y de activación de núcleos cerebrales.

Para mí es una visión tremendamente limitada y profundamente distorsionada. Entonces, a estas personas no les hables de la mente como algo que claro que necesita del cerebro para su funcionamiento, pero no nace del cerebro. Y no les hables de la dimensión espiritual de la existencia, porque van a pensar que eso es una utopía y que no tiene ningún sentido.

Todos los que hemos trabajado e investigado en este campo sabemos perfectamente que la dimensión material existe, que la dimensión mental existe, y que la dimensión espiritual existe también. Y que cuando las tres están armonizadas, la persona tiene un nivel de plenitud y de experiencia vital verdaderamente extraordinario.

Pero cuando la persona cree que solo es materia, que no hay más en él o en ella, es una persona que vive de una forma diferente, porque entonces lo único que le interesa es mantener su cuerpo, su integridad fisiológica, entonces todo tiene que ser para ella misma.Y  fundamentalmente va con esta idea de “qué puedo sacar para mi”, en lugar de “qué puedo también ofrecer para otros”.

—¿Cree que es necesario una mayor interdisciplinariedad desde el plano de la atención?

—Yo por ejemplo que soy médico y tengo mucha formación en psicología y neurociencia, pero si viene alguien a mi consulta con una colitis ulcerosa que es una enfermedad inflamatoria del colon y que puede ser muy grave, ya que presenta grandes hemorragias, puedo recomendarle que complemente el tratamiento.

De hecho estoy pensando en una situación real que me ha sucedido en mi época de cirujano: de una mujer muy joven, con unas hemorragias muy serias, que ponían en peligro su vida.

Inmediatamente ¿qué se le recomienda a esta persona además de un tratamiento médico? Un abordaje psicoterapéutico, a lo mejor no se lo puedo dar yo, pero sí se lo puede dar otra persona, lo que tengo que saber es que es fundamental la ayuda de otro profesional, ya que lo único que interesa es que esta mujer se ponga bien.

O por ejemplo, una paciente que yo tenía me preguntó si le haría daño hacer yoga, y le dije que no, todo lo contrario, la iba a ayudar a nivel fisiológico. Hoy está demostrado que el yoga tiene la capacidad de mejorar la función cerebral, produce expansión de ciertas áreas del cerebro y eso está demostrado físicamente.

Entonces, el problema nuestro no es ya que no sepamos de todo, es que no estamos abiertos a una visión integral de las cosas, porque yo no puedo saber todo de medicina, todo de psicología y encima de prácticas ancestrales, pero sí puedo trabajar en colaboración para que esa persona desde distintos abordajes tenga las mejores opciones para curarse.

La ansiedad es un factor que está contribuyendo negativamente en alrededor del 80% de las enfermedades físicas, si yo no trato eso porque solo soy médico de materia, no estoy ayudando suficientemente a esa persona.

Si hay alguien que pueda saber más de ansiedad, ¿por qué no lo voy a incluir en el equipo para darle un mejor tratamiento a ese paciente? Yo lo que creo es que falta un abordaje integral de las cosas.

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