Lo hizo personal. Patricia Bullrich se metió en la interna de Republicanos Unidos, el partido liberal que creó el dirigente y empresario Yamil Santoro y que representa el ala dura dentro del PRO. La precandidata a presidenta llamó en persona a miembros del partido porteño y acordó un asado en la quinta que Gustavo "Lacha" Lazzari tiene en La Plata, ahí se cocinará el final de la novela liberal porteña. Las consecuencias de meterse en CABA son difíciles de dimensionar, si Patricia resuelve a favor de Ricardo López Murphy esa reunión, tendrá que explicarle a Mauricio y Jorge Macri, porque eligió traicionarlos.
El esquema es simple: Mauricio Macri le dejó en claro a Bullrich hace más de un año, que el próximo jefe de Gobierno se llama Jorge Macri, que tiene que ser del PRO y que no hay espacio ni ganas de otra cosa. Los motivos son obvios: demostró gestión en Vicente López, tiene el apellido que estadísticamente más éxito tuvo en las urnas en la historia del distrito y goza de la confianza entera del expresidente.
Para sumar al caldo de cultivo, el primo presidencial tuvo la bendición de Horacio Rodríguez Larreta y de la propia Bullrich, por lo que si trabaja para que Ricardo López Murphy se imponga por sobre Roberto García Moritan, estará rompiendo lo acordado. El empresario gastronómico se pasa los días en el búnker de la calle Honduras pergeñando el plan de Gobierno, donde equipos técnicos desarrollaron un plan para desactivar piquetes con un protocolo internacional y estudian los sistemas de limpieza y prevención del delito de las principales ciudades modernas del mundo.
Días atrás, comprobaron que sólo cuando buscan bajarle el precio o desde las operaciones del kirchnerismo se lo menciona como "el marido de Pampita" y no por su nombre. Fue un focus que encargó Yamil Santoro, hoy a cargo de la campaña. "Me critican por casarme con la mujer más linda del país, estos tipos están muy mal", razonó Moritan mientras le daban el resultado del estudio.
Así entonces, los números de López Murphy no son buenos en la convención partidaria y Santoro estaría en condiciones de imponerse. Ahora bien, la jugada de Bullrich tiene un correlato pavloviano en su candidatura presidencial. En cuanto el expresidente y el actual ministro de Gobierno porteño corroboren el encuentro, se habrán terminado las buenas formas en el PRO. Así se lo dijeron a MDZ hace dos meses en Uspallata, cuando aún los buenos modales se conservaban.
