Leyes de la vida: ¿cómo saber si tu perro está envejeciendo?

Hay señales típicas de que tu can se vuelve viejo y hay que estar atento a ese proceso. Se trata de un proceso natural, no una enfermedad, pero hay que actuar en consecuencia. La palabra del veterinario Martín Molinari.
Leyes de la vida: ¿cómo saber si tu perro está envejeciendo?

El envejecimiento de las mascotas es un proceso gradual y natural que puede pasar inadvertido por sus propios dueños. Hay señales o cambios a tener en cuenta que experimentan al envejecer.

La capacidad del organismo de mantener los procesos metabólicos disminuye en un perro o un gato geronte; por lo tanto, aumenta su vulnerabilidad a enfermedades.

El objetivo de sus convivientes humanos, en conjunto con el médico veterinario, es retrasar estos síntomas de la vejez, aunque sean inevitables. La estrategia más adecuada es la medicina preventiva que someramente trataremos en este artículo.

La edad es un número que define la esperanza de vida, no es una enfermedad. 

¿Cuándo un perro es adulto? Se considera que cuando llega a las tres cuartas partes de su esperanza de vida.  No es la misma para perros de tamaño grande (25, 30 kg o más) que para los pequeños (10 kg o menos). En el primer caso, la expectativa es entre 8 y 13 años, que es menor a la de los perros más chicos, quienes suelen vivir entre18 y 22 años. 

A los 8 años, un perro grande ya es geronte y no así uno de tamaño pequeño que a esa edad es adulto.

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¿Cuáles son las consecuencias del envejecimiento? Depende de la susceptibilidad individual de cada animal para entender cómo ralentizar este proceso. 

 

Señales de envejecimiento

 

Aumento de los depósitos de grasa: al envejecer, los animales tienden a ganar peso y forman depósitos de grasa en detrimento de la masa muscular, con lo cual se pierde movilidad física y gastan menos energías. Esto conlleva a que nuestros compañeros empiecen a tener menos actividad física y mayores estadios de sueño como también predisposición a los problemas articulares y circulatorios. Estos son normales en el proceso de “envejecimiento”, pero aumentan  radicalmente por la falta de actividad física. Es importante no confundir esos efectos inevitables con una discapacidad por un deterioro orgánico.   

El sistema inmune y los sentidos (olfato, vista, audición) decrecen: en el caso del sistema inmunológico, se produce una disminución en la protección del organismo, se vuelven más vulnerables a enfermedades e infecciones (respiratorias, digestivas, urinarias, hepáticas). Respecto de los sentidos, cuando un animal comienza a disminuir su capacidad visual, de audición u olfativa,  se  genera o provoca una alteración en su seguridad y confianza con respecto al medio ambiente y sus congéneres. Esto se traduce, muchas veces, en una alteración de la conducta (mordeduras o agresión). Es muy importante que los dueños observen estos cambios que generan conductas indeseables. Por esta causa muchas personas acuden a la consulta del Veterinario, por la inseguridad y malestar en el paciente. 

Quedarse mirando un punto fijo, generalmente, una pared: es una sintomatología muy recurrente y puede deberse a problemas cognitivos, seniles o de circulación. 

Poliuria-polidipsia, beber agua en forma exagerada y hacer pis de la misma manera: es producto de un comienzo de problemas renales (insuficiencia renal). Del mismo modo, hay otro síntoma de idéntica problemática que es la nicturia (micción nocturna frecuente) e incontinencia, que provoca malestar entre sus convivientes porque no ha sido su conducta habitual. Estas sintomatologías se determinan en una consulta con el Médico Veterinario y a través de análisis clínicos de sangre y de orina, chequeos fundamentales en perros gerontes. 

Estreñimiento. Es otro síntoma de senectud, producto de un enlentecimiento del proceso digestivo. Para ello es importante una alimentación adecuada en fibras o alimentos balanceados medicados a tal fin.

Dificultades respiratorias. Se manifiestan a través de traqueítis, laringitis, bronquitis o bronquiolitis.

Problemas bucales y dentales. Provocan infecciones de las encías (gingivitis) que producen dolor, mal olor en la boca (halitosis) y generan reblandecimiento de la dentadura que se formaliza en una alteración en la masticación y por ende en la selección de alimentos blandos sobre los duros, llevando a un déficit en la calidad y la cantidad de comida requerida en la ingesta diaria.

Así como los elegimos como compañía, es necesario que elijamos ser su compañía en el transcurso de la vida y estemos atentos a estas señales. 

*Por Juan Martín Molinari, médico veterinario, 2615183703.  

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