La promesa eterna del agua: en Santiago del Estero dependen de la lluvia para sobrevivir

Cuatro de 10 santiagueños no tienen agua y la poca que se consigue no es potable. Además, los más chicos tienen que bañarse en el río y se enferman.
La promesa eterna del agua: en Santiago del Estero dependen de la lluvia para sobrevivir

Hace calor en Santiago del Estero. Y los vecinos se ríen de vernos transpirar al rayo del sol cargando trípodes y cámaras. Ellos están acostumbrados. A lo que no se quieren acostumbrar es a la falta de agua. Y no es un problema de un servicio deficiente, que entrega algunas gotas a cierta hora del día y después flaquea. Acá no hay agua.

Decenas de casas en La Banda fueron construidas sin canillas ni tanque. No tiene sentido. No hay a dónde conectarse. El calor se enfrenta con los chicos en el río, mientras a lo lejos ven la figura del flamante Estadio Único Madre de Ciudades. Es una postal de un drama urbano, pero no es el único drama.

A algunos kilómetros de distancia, la gente depende de la lluvia. Recolectan el agua de los techos. Si no llueve, los vecinos tienen sed.

El terreno en el que viven es tan seco y salado que la napa está a cientos de metros de profundidad. Es una excavación imposible de pagar, por eso imploran al cielo por unas gotas de agua.

La otra manera de conseguir agua es con la ayuda de los municipios. Llegan en camiones cisterna y colaboran con llenar los pozos. Pero no siempre alcanza. Y además tiene una contraprestación: hay que recordar la ayuda cuando hay elecciones. Hace calor en Santiago del Estero y nadie puede acostumbrarse a que el agua parezca un milagro.

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