País tomado en un clima, por momentos, irrespirable

Se acumulan en estos días demasiados hechos que violentan la vida de los argentinos. Temor por la conexión entre ellos y la ausencia de orden y justicia desde el Estado. Una oferta que se transforma en amenaza.
País tomado en un clima, por momentos, irrespirable

Una extraña sensación comenzó a tomar fuerza ayer entre los argentinos. El país está lamentablemente acostumbrado a vivir en medio del caos de las protestas callejeras sin control y la inacción del Estado a la hora de defender la propiedad, la vida y el honor de sus habitantes; pero la últimas 72 horas superaron todo esto y comenzaron a sembrar temor por el futuro inmediato.

La ciudad de Buenos Aires y el AMBA, como es costumbre, son escenarios de una multiplicación de conflictos que no parecen desconectados entre sí y que, por el contrario, llaman a dudar sobre el por qué de esas acciones conjuntas. El ambiente pareció, entonces, al menos enrarecido.

 
El resultado, de todas formas, es solo uno: millones de argentinos quedan presos de un país cruzado por conflictos e internas de dudosa lógica; amenazados en sus fuentes de trabajo y producción al límite de tener que recurrir en muchos casos a medidas cautelares para poder continuar la vida económica y con el peligro, en otras situaciones, de perder la fuente de trabajo e inclusive la vida.

Sin exageraciones, ese fue el panorama que mostró ayer la Argentina en medio de una extraña sintonía de hechos que tuvieron como denominador común principal la ausencia total de fuerzas de seguridad que defendieran los derechos del argentino de a pie, víctima primera de las extorsiones y presiones.

 
El Estado argentino ha maltratado a sus ciudadanos en incontables situaciones y no parece que estos tiempos sean una excepción. La suma de todos los conflictos que estallaron en una semana hizo recordar a muchos ayer las palabras que el peronista formoseño José Mayans lanzó hace dos semanas: “¿Queremos paz social? Bueno, comencemos con parar este juicio vergonzoso”. Se refería a la acusación a Cristina Fernández de Kirchner en el juicio Vialidad.

Esa frase suena hoy más a una oferta (amenaza) condicionada de paz social que a la reflexión de un legislador. Ese juicio sigue, como debe ser en una República, pero crece el temor por lo que sucederá el día que los tres jueces dicten sentencia.

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Los conflictos explotan con un encadenamiento estremecedor. Trabajadores de ATE y UPCN le habían comunicado al Gobierno que si no se reabría su paritaria sería imposible evitar un paro. Esos trabajadores estatales tenían acordada una suba salarial de 60% en cuotas que ni siquiera llegó a completarse, pero ahora van por un número superior a 100%.

Alberto Fernández aflojó y aceptó reabrir la paritaria. ATE ayer avanzó igual con la protesta y en un momento casi paralizó las operaciones del Aeroparque metropolitano y Ezeiza con suspensiones, demoras y cancelaciones de vuelos, sobre todo de Aerolíneas Argentinas, otra empresa jaqueada por el déficit y los reclamos sindicales internos.

Toda esa escena se daba mientras las terminales automotrices más grandes, como Ford y Toyota, confirmaban la suspensión de producción ante la falta de neumáticos, consecuencia de la crisis con el sindicato en Pirelli, Bridgeston y Fate. Habrá que ver cómo aguanta el previsible Ricardo Pignanelli, secretario general de Smata, si por estas suspensiones las empresas comienzan a plantear reducciones proporcionales de salarios.

Las automotrices no solo tienen el problema del corte de la producción nacional de neumáticos, sino que traen de arrastre la falta de insumos por la restricción en dólares para importar. Hace rato que de las líneas de producción salen vehículos que van a dormir un tiempo al estacionamiento de la planta porque les falta algún componente que no ingresó al país.

Todas las negociaciones entre el Ministerio de Trabajo, las empresas del sector y el Sindicato del Neumático han fracasado hasta ahora. Son cinco meses de peleas que no encuentran solución. El peronismo culpa por la situación al secretario general del gremio, Alejandro Crespo, del Partido Obrero. Alegan que es un “trosco” sin control sindical clásico, pero la realidad es que Crespo tiene unas cuantas fotos con Pablo Moyano que muestran una relación con parte de la CGT más directa de lo estimado.

Moyano hijo, por su lado, amenazó romper con la CGT, en parte por la falta de pasión del resto del triunvirato a la hora de decidir marchas y apoyos a Cristina Fernández de Kirchner y también por la tibieza en plantear algunas medidas. Finalmente parece que se arrepintió y esta noche cena con Alberto Fernández en Olivos.

Sergio Massa amenazó ayer con abrir las importaciones de neumáticos si el conflicto no cede. En verdad, es casi como amenazar con un arma que no tiene munición. Las importaciones de insumos, especialmente los automotrices, no se solucionan y cierran de un día para el otro y, por si hace falta recordarlo, no todos los neumáticos pueden usarse en cualquier vehículo.

Mas allá de esas obviedades de la logística y el diseño existe otro problema. Si Massa habilita dólares para importar los tan ansiados neumáticos estaría desatando una puja que incluye a casi todos los sectores de la economía que están desesperados por obtener dólares para importar sus insumos. Mas que una amenaza, pareció un tiro en el pie. Veremos hoy cómo lo soluciona el Ministro de Economía.

Todo este minué se dió mientras avanzaba por la 9 de Julio una marea de piqueteros que consagraron otro acampe frente al ministerio de Desarrollo Social, sin reparar esta vez en algún acuerdo con el Gobierno porteño para moderar el caos en la ciudad. Eduardo Belliboni, que se mantiene en una cercana amistad con Juan Grabois, volvió a liderar la protesta.

¿Faltan más elementos? Si. Anoche llegaban a 11 los colegios secundarios tomados en la Ciudad de Buenos Aires, todos con el pretexto de una larga lista de reclamos que bien podrían haber negociado en cualquier momento del año o nunca. Con lenguaje inclusivo, a veces mal escrito si es que existe una regla legal para ese modismo, se fueron desgranando consignas durante todo el día que no frenaron ni cuando el Gobierno porteño decidió denunciar penalmente a los padres de los chicos que llevan adelante las tomas por la responsabilidad sobre sus hijos. En todos los casos se trata de una estrategia liderada por la agrupación del colegio Mariano Acosta, “El acostazo”, conducida por militantes de La Cámpora y simpatía ultracristinista.

Dos eventos mas para la lista: la ocupación de una vivienda en Lago Mascardi, por parte de supuestos Mapuches (hay denuncias en la zona de que el prófugo Jones Huala estaba en las cercanías) con la destrucción de la casilla de los gendarmes (sin armas) que la custodiaban, sigue sin tener una respuesta contundente por parte del Gobierno nacional que en algún momento deberá hacerse cargo judicialmente de no proteger la integridad territorial de la Argentina. Tampoco aparecieron fuerzas de seguridad el pasado 21 cuando un grupo de sindicalistas de Camioneros ingresaron en la planta de Transportes Milo en Avellaneda, atacaron la camioneta del dueño y molieron a trompadas a ejecutivos de la firma. Todo quedó filmado pero sin consecuencias aun.

En fin, muchos en este país comienzan a creer que, en realidad, ya es hora de no poner más en duda la existencia de las brujas.

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