El dato que muestra la dura derrota ideológica del Gobierno con las vacunas

La euforia oficial hasta hace unos meses por la llegada de vacunas Sputnik V y Sinopharm dejó paso a una nueva realidad. Los problemas de suministro de esos productos, obligó a un cambio de estrategia que esconde una derrota ideológica. Hoy las más aplicadas son Pfizer y Moderna de EE.UU.
El dato que muestra la dura derrota ideológica del Gobierno con las vacunas

Desde el estallido del coronavirus, a comienzos del 2020, el Gobierno nacional se vio cuestionado por el manejo de la pandemia. Salvo la implantación temprana de una cuarentena estricta, que contó con una importante adhesión de la población, la gestión de la crisis y la mayoría de las medidas implementadas fueron centro de las críticas. Algunas, como el vacunatorio “VIP” o la fiesta en la Quinta de Olivos, por la discrecionalidad del poder. Otras, por decisiones controvertidas.

Un claro ejemplo es lo que sucedió con las vacunas. Desde el comienzo, el presidente Alberto Fernández priorizó la ideología a la cuestión sanitaria.

Después de haber participado del mayor ensayo a nivel mundial realizado por el laboratorio estadounidense Pfizer y de tener la posibilidad de estar en la primera línea para recibir más de diez millones de dosis desde fines del 2020, la Argentina decidió bloquear su llegada con una serie de argumentos que ya eran insólitos, en ese momento, y hoy parecen parte de una comedia de enredos.

Por motivos no explicados con transparencia, la decisión oficial fue privilegiar la vacuna rusa Sputnik V y, en segundo plano, la china Sinopharm. No hay que olvidar que mientras Pfizer abastecía a decenas de países con su producto, la ministra Carla Vizzotti estuvo casi una semana en Cuba interesada en el “avance” de la vacuna “Soberana”.

Pfizer se convirtió en un símbolo de la lucha contra el imperialismo norteamericano, según la posición que expresaban muchos funcionarios. En menor medida, el producto del laboratorio Moderna también cayó bajo esa proscripción inicial.

El acuerdo de producción en el país de la vacuna AstraZeneca, bajo un manto de sospecha por los intereses económicos en juego, sirvió para sumar una tercera alternativa en la oferta sanitaria y disimular la rigidez ideológica.

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Lo que quedó claro es que se desalentó hasta donde pudo la llegada de vacunas estadounidense. Esa estrategia funcionó hasta que empezaron los problemas y las muertes se acumulaban.

Rusia no podía garantizar la llegada del segundo componente de la Sputnik, China cortó el suministro de Sinopharm porque necesitaba privilegiar el consumo propio y producción local de AstraZeneca estaba limitada por los problemas de envasado en México.

Fue ahí que el Gobierno Nacional tuvo que dejar la ideología de lado y entregarse a las vacunas probadas, de mayor efectividad y con abastecimiento normalizado. Aunque se lo trató de disimular con giros dialécticos forzados, la realidad mostraba que la compra de esas vacunas fueron una derrota ideológica de Alberto Fernández.

Las estadísticas de la actualidad no sólo lo confirman sino que la acrecienta. En los últimos meses, la mayoría de las vacunas que se están aplicando son las de los laboratorios estadounidense, dentro de los convenios de compra por más de 40 millones de dosis firmados hacia fines del 2021, más 18 millones de Pfizer de un nuevo acuerdo.

Un distrito que se puede tomar como caso testigo y que cuenta con cifras actualizadas es el de la Ciudad de Buenos Aires.

En lo que va del año, se aplicaron cerca de 650.000 dosis y el 40% fueron de Pfizer. La segunda vacuna más aplicada corresponde a la de Moderna, con 23%. Es decir que, entre los dos laboratorios, concentran el 63% de las dosis. Seis de cada 10 porteños recibieron esas vacunas.

AstraZeneca cubrió un 22% de las aplicaciones, mientras que Sinopharm – utilizada en gran parte en niños - representó el 11%.

Sólo 2% de las vacunas que se aplicaron en 2022, en CABA, fueron Sputnik V, el mismo porcentaje de la poco conocida Cansino.

En otros distritos puede variar, pero lo que está claro es que la mayor disponibilidad hoy de vacunas corresponden a las de Pfizer o Moderna.

No hay información oficial de nuevas compras de Sputnik V o de los volúmenes de abastecimiento de lo que se produce localmente. Sólo se sabe que se están utilizando como refuerzo y no para iniciar nuevos esquemas de vacunación.

Tampoco hay nuevos acuerdos para Sinopharm. Al menos, desde el Gobierno Nacional no se los está promocionando como se hacía un año atrás.

Pfizer acaba de ser autorizada también para niños y pronto lo será Moderna, lo que aumentará de uso. Esto muestra que el combate contra el coronavirus, en la Argentina, se está llevando adelante con estas dos vacunas que, hasta hace poco, eran despreciadas. Algo impensado un año atrás.

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