Las usurpaciones galesas

Por Osvaldo Bazan
Las usurpaciones galesas

A las 10 de la mañana del 24 de enero de este año, tres chicas y tres muchachos decidieron hacer una comida en el barrio El Mirador del paraje Los Repollos de El Bolsón. 

 A la una de la tarde, cuando se fueron, dejaron un trozo de chapa caliente que tenía contacto directo con el suelo y estaba a 50 centímetros de un pinar. 

  Hacía mucho calor.

  Había viento.

  Había piñas y piñones secos en todo el terreno.

  El resultado del “descuido” fueron 6.000 hectáreas quemadas de bosque nativo y de pino, en el mayor incendio en 50 años.

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  La primera imputación del fiscal de El Bolsón, Francisco Arrien fue por causar un incendio de manera intencional, ya que los cocineros habrían estado en una toma. El 3 de noviembre el fiscal ajustó los cargos: estrago por incendio culposo, agravado en carácter de coautores.

  O sea, ahora los acusa del incendio pero dice que no fue a propósito.

  Lo cierto es que la tierra arrasada por el fuego fue sólo el comienzo del drama para los vecinos de Cuesta del Ternero, a 40 kilómetros de El Bolsón, por la ruta 6. Allí mora un grupo de pioneros desde hace muchos, muchos años; algunos viven de sus animales que pastaban tranquilos por el bosque; otros explotan sus pequeñas parcelas de tierra; algunos trabajan en la ciudad y muchos son jubilados que descansan en uno de los parajes más bellos del país.

 Ninguno había tenido problemas hasta que el 18 de septiembre, Romina Jones y Ariadna Mansilla, junto con otros usurpadores, entraron clandestinamente a un campo en donde, desde 1981, Rolando Rocco posee un emprendimiento forestal.

  “Nunca pasó nada parecido -dice Rocco exaltado desde El Bolsón a El Sol- no existió esto, no se conocía. Con los mapuches siempre tuvimos buena relación, pero estos son falsos mapuches, no están registrados, nada, se autodenominan así”.

  Para usurpar el predio -no cualquier parte, la zona donde hay agua- Romina Jones -prima de Jones Huala, preso en Chile por quemar casas con gente adentro- arguye derechos ancestrales y planta la bandera de “Territorio Mapuche Recuperado – Comunidad Quemquemtreu”.

  Suena lindo y enamora a un oxidado progresismo de “superioridad moral”, pero el poder judicial de la provincia de Río Negro fue claro al decir que “al día de la fecha no hay documento alguno que vincule de manera ancestral esas tierras con la comunidad indígena “Lof Quemquemtreu”. Aclara que en los 15 años de funcionamiento de la ley 26.160 para formalizar el relevamiento de las comunidades indígenas, no consta nada sobre el tal Lof Quemquemtreu: “Por lo tanto para el Estado, ese lote no pertenece a ninguna comunidad indígena”.

  Rocco continúa: “El incendio destruyó 40 años de trabajo. En la parte nuestra de la forestación, el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF) de Bariloche no vino, decían que tenían las motobombas para que no se quemaran las casas, era todo muy confuso, no vinieron en una semana y pico en donde se podría haber salvado mucho. Entonces los vecinos llamaron a otros vecinos, y algunos que vinieron, en lugar de ayudar, relojearon a ver dónde había agua, qué se había quemado, anduvieron relojeando el lugar. Dos meses después empezaron las usurpaciones, empezaron a sacar leña quemada, todo esto favorecido porque no hay alambres, no hay límites”.

  La toma, entonces, se hizo violenta.

  Hubo pedradas, Rolando Rocco ya no pudo entrar su campo. No se sabía cuánta gente había ni qué hacían “allá arriba”.

  Hubo un intento de desalojo a fines de septiembre.

  Llegó la justicia, encontraron a 12 personas. Dos se fueron, entre ellos un niño de 8 años por lo que se hizo presente el defensor oficial de menores, Horacio Cabrera; cinco huyeron para no ser imputados; cuatro fueron detenidos y recuperaron su libertad después de ser registrados. Allí estaba Romina Jones.

  No hubo heridos.

  Pero esa misma noche volvieron.

  Atacaron a los cuatro agentes policiales que cuidaban el lugar y dañaron dos patrulleros.

  No estaban solos.

  Una caravana de 30 autos, con organizaciones de izquierda, vecinos que responden a La Cámpora y la CTEP de Juan Grabois, organizaciones sociales y sindicales acompañaron a los usurpadores. Como dice Rocco: “vienen de Neuquén, de todos lados, hasta en taxi vienen”.

  Cuenta una vecina que habló con El Sol bajo estricta condición de no revelar su nombre: “Volvieron recargados, mucho más violentos”.

  En este momento siguen en el campo usurpado.

  La policía ha armado un doble cerrojo, con fuerzas provinciales y el grupo de elite COER, que según la vecina, está llevando la peor parte. Es que los policías están apostados en una casilla, al lado de la ruta y enfrente, en unas carpas de nylon, está el grupo “de aguante” de los usurpadores.

 Dice la vecina: “Desde el momento uno que estos pibes de la policía que están ahí, reciben agravios de parte de los usurpadores, en especial de las mujeres, que los insultan, se les ríen en la cara, orinan en botellas y se las tiran. Los pibes están con máscaras y escudos y ellas vienen y se los pintan, les pintan las máscaras, y ellos no pueden hacer nada, se la tienen que aguantar”.

  La policía, fiel al slogan de la institución -“Soporta y abstente”- tiene orden de no actuar.

  Nada.

  Los insultan y nada.

  Los apedrean y nada.

  Los mean y nada.

  Los usurpadores, queridos progresistas, no son señores de poncho de llama que tocan un sikus y se inclinan con respeto hacia la pacha mama, como algunos se empeñan en creer, como si la vida fuera una peña permanente.

  Hoy, ahora mismo, ahí arriba en la Cuesta del Ternero donde el fuego se llevó cipreses de 100 años que no se pueden plantar, hay un grupo de encapuchados que no está dispuesto a hablar nada, con nadie; que sólo acepta una ley que se han inventado y no han tenido el gusto de compartir; y mientras lucen el galés apellido Jones y se aferran a un amor ancestral jamás demostrado, hacen fuego con esos mismos cipreses.

  Y tiran piedras e insultan y mean.

  Se ponen por encima de la ley, que se supone nos iguala.

  Y no están solos.

  No los acompañan solamente, envueltos en una bondad citadina nunca exenta de paternalismo y condescendencia, grupos marginales y alternativos como la Comunidad Agrecológica La Chamarrita, las Feministas de Abya Yala, el Carpa Teatro o Telesisa Medios.  

  No.

  La Radio Nacional de El Bolsón, por ejemplo, una emisora del Estado Nacional, apoya en declaraciones a aquellos que descreen del Estado Nacional.

  La radio -no sus integrantes a título personal, la radio como institución firma comunicados a favor de aquellas personas que desconocen el Estado Nacional.

  No es raro.

  Si uno es oyente habitual de la programación de la Radio Nacional en todo el país, escuchará habitualmente defensas de estos violentos autopercibidos, a quienes la emisora oficial no distingue de los pueblos originarios cuyos derechos están reconocidos por la Constitución Nacional, igualando estos últimos argentinos con aquellos violentos que no quieren ser argentinos.

 La vecina cuenta que “los que siempre los apoyan son los de Cetera, los de ATE, los de CTA, ni hablar los de UnTER  (Unión de Trabajadores de la Educación Río Negro), esos están siempre.

Ahora vino gente con pechera de la Ctera a darle de comer a ‘los compañeros’ como le dicen ellos a los usurpadores”.

  El miedo se siente en la zona, que debería estar preparándose para una buena temporada turística y está a merced de unos encapuchados tirapiedras.

  Otra vecina, histórica del lugar, también habla a condición de que no haya ninguna señal que pueda identificarla. Es de las 30 familias que firmaron una denuncia y un pedido urgente de respuestas a las autoridades: “Hacemos este pedido por la simple y compleja razón de la presencia de una toma por parte de una comunidad supuestamente mapuche. Y decimos supuestamente porque acá residen mapuches desde antaño. Entendemos que se trata de un agente externo al paraje el que se hace presente hoy, sin previo aviso, sin explicaciones, sin saber los vecinos quiénes son, por qué, para qué”.

  Esta vecina quiere que quede claro que “nos indigna tanta mentira que dicen los medios y tanta publicidad que se le hace a esta gente; eso que dicen que la gobernadora o la policía tienen ahí arriba a la gente muriéndose de hambre. No entiendo por qué dicen eso, es ridículo, no conocen nada. Si la Cuesta del Ternero es un lugar amplio, se puede entrar y salir por cualquier lado, están entrando y saliendo por cualquier lado ¿a quién tienen, matándolo de hambre?”.

   La vecina se refiere a las quejas de los usurpadores porque el juez Ricardo Calgano rechazó un pedido de la APDH para crear un “corredor sanitario” que permita ingreso de alimentos y ropa a la toma.

  Para el juez la cosa era clara: si lo permitía, estaba avalando la consolidación de la toma. No hay ningún impedimento para que abandonen la ocupación y ahí, satisfacer sus necesidades entendió el juez. Nadie en la toma está privado de su libertad. Lo mismo entendieron otros jueces provinciales que rechazaron in limine cinco hábeas corpus que se habían presentado en los Tribunales de Bariloche.

  Era bastante claro que se estaba hablando de gente que estaba ahí por propia voluntad y nadie les impedía el libre tránsito.

  La victimización es un juego que les encanta.

  Este grupo de usurpadores tiene relación con los que, más violentos aún, están tomando Villa Mascardi en donde este viernes tres encapuchados integrantes de la autodenominada comunidad mapuche Winkul Lafken Mapu agredió a patadas y puños a Diego Frutos, vecino del lugar que pudo subirse a su auto mientras le robaban el celular y una lluvia de piedras le hizo estallar el parabrisas. Tuvieron que atenderlo los gendarmes, quienes terminaron llevándolo al Hospital Zonal de Bariloche.

  Mientras tanto, Rolando Rocco, que no puede entrar en su propiedad, piensa en los cipreses que están allá arriba, en la Cuesta del Ternero. Está prohibido cortar cipreses, él sólo puede sacar los secos y como contraprestación, debe plantar pinos, para reforestar la zona. El ciprés, que tarda cien años en crecer, no puede ser plantado. Viene. “Si yo corto uno que esté verde, de 50 u 80 años, estoy penalizado de por vida -dice y se enoja- ahora los están cortando verdes, hacen leña para calentarse, nadie está cuidando el bosque ahora, nadie”.

  Abajo, en el puesto policial, aguantando los malos tratos de los usurpadores, la nieve y el viento que fue especialmente duro semanas atrás, los policías se calientan con un tacho de 200 litros convertido en estufa, con el piso de tierra, con una mesa de madera y dos bancos largos que les prestaron los vecinos que no quieren que se sepa que están ayudando a las fuerzas del orden.

  No quieren enojar a la familia Jones.

  Hay una nueva orden de allanamiento que debería haberse cumplido esta semana.

  Pero con el país con elecciones, se dejó todo para la semana que viene.

  Los usurpadores queman cipreses centenarios y mean a los policías.

  Los amigos de los usurpadores culpan al capitalismo mientras trabajan en el Estado Nacional, al que estigmatizan como racista. No les molesta que el racista les pague el sueldo.

  El dueño del lugar, tiene orden de no acercarse a 200 metros.

  La justicia dice que ya va, que ya va.

  Los vecinos silban bajito cada vez que pasan por ahí, no quieren líos.

  El periodismo suele felicitarse por escuchar “las dos campanas” que es una manera bastante poco elegante de lavarse las manos.

  Los argentinos estamos absortos ante todos estos nuevos desaguisados a los que un Estado bobo les ha abierto la puerta.

  Es por esa puerta que hoy los argentinos nos asomamos con estupor y ansiedad y preguntamos ¿después, qué?

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