Una convocatoria histórica que debería encender las alertas en el Gobierno

El Gobierno no vio venir una marcha que significó la mayor explosión de descontento social desde que Milei llegó al poder, a pesar de que hubo participantes que deslegitimaron el reclamo.
  • Organizadores estimaron medio millón de manifestantes. Foto: UBA Organizadores estimaron medio millón de manifestantes. Foto: UBA
  • Una convocatoria histórica que debería encender las alertas en el Gobierno
  •  Los manifestantes marcharon de Congreso a Plaza de Mayo.  Los manifestantes marcharon de Congreso a Plaza de Mayo.

La histórica convocatoria de la marcha universitaria -estimada en cerca de un millón en todo el país, según los organizadores- quebró este martes la lógica de la retórica radicalizada del gobierno de Javier Milei. La retórica libertaria no logró contener la masiva adhesión de miles de argentinos a una protesta en defensa de la educación pública y por un mayor presupuesto.

Fue una jornada que marcó la mayor explosión de descontento social desde que Milei llegó al poder. Tanto los protocolos antipiquetes de la ministra Patricia Bullrich como los intentos de mantener liberadas las calles naufragaron en medio de un mar de personas que, en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, llegó primero hasta el Congreso y luego hasta Plaza de Mayo, desde distintos puntos, colapsando también el transporte público.

La discusión por el financiamiento de la Universidad de Buenos Aires es de larga data, pero la reacción llega a destiempo. Fue, en rigor, el gobierno de Alberto Fernández el autor del recorte de $50 mil millones en educación, que terminó heredando la actual gestión por la prórroga del Presupuesto 2023.

La marcha fue legítima en su esencia porque son pocos en este país los que piensan que la educación no es un derecho que deba garantizar el Estado. Mucho menos que deba ser la variable de un ajuste en un país que sentó su base de República en la Ley 1.420, piedra fundacional de la educación argentina.

 Que el Gobierno de Milei insista con una auditoría para saber de qué manera se administran los 240 millones de dólares que se destinan a las universidades públicas, también es un hecho atendible en esta Argentina tan lastimada por años de corrupción y desidia política. Pero lo que el Gobierno no parece escuchar es la necesidad que tiene el país de líderes adultos que aprendan a consensuar y a dialogar seriamente sobre los graves problemas que tenemos como sociedad. Ese paso, el del diálogo y el consenso que el gobierno de Milei esquivó al anunciar de manera unilateral un acuerdo con el Consejo Interuniversitario Nacional por el presupuesto asignado, podría haber evitado quizás que la sangre llegue al río.

En la marcha universitaria del martes terminaron apareciendo sobre el escenario montado frente a Casa Rosada las Abuelas de Plaza de Mayo con sus nietos, dirigentes de la oposición, sindicalistas y piqueteros y hasta alguna proclama sobre Palestina. Un universo que agrega confusión y deslegitima el reclamo original.

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El Gobierno debería analizar lo que pasó este martes con algo más de atención y no sólo conformarse con análisis banales y caprichosos despojados del pulso de lo que pasa en la calle, que es donde finalmente está el verdadero poder.

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